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H uarte de S an J uan . G eografía e H istoria , 28 / 2021 219 P redicación y reforma en el contexto católico europeo previo a T rento versidad o estudios superiores tiene el santo Maestro. El suyo es un proyecto integrador, en medio de las necesidades sociales y que vive el pueblo, por lo que el estudio no se entiende solo como una oportunidad para el propio individuo y su promoción, sino que se ha de proyectar hacia la sociedad como servicio y vocación. El ideal de clérigo que proyecta su comprensión acerca de qué es la Academia, por tanto, tiene una fuerte carga misionera, en la que consideraba necesaria una profunda claridad de ideas y una vida exigente. Entendía la mis- ma como la última pieza de todo un sucesivo entramado educativo en el cual, la predicación, por una parte y, la doctrina cristiana, por la otra, seguían siendo dos elementos de singular importancia que, además, debían ser comprendidos en una doble dirección. Precisamente por ello insistirá en que también los do- centes reciban y escuchen la doctrina cristiana. Sus palabras resultan un verda- dero modelo de organización: «Téngase mucho cuidado de buscar maestros de buenas costumbres, [...] y procúrese alguna persona religiosa que haga pláticas a dichos maestros» 78 . Sorprende el hecho de que no teorice sobre el predicador, sino que habla de la predicación. En este sentido, se refiere al predicador como aquel que ha de tener una vivencia propia del misterio de Dios y, al mismo tiempo, del ministro que ha de guiar a otros en ese camino. En relación a la necesidad de un contacto con Dios, cultivado por medio de la oración, el Maestro está teniendo presente también el De doctrina christiana de san Agustín, mostrando cómo no será algo que alcance el hombre por sus propios medios. Para ello, el predicador ha de recorrer un itinerario, que él irá describiendo de manera familiar en sus cartas, entendidas primero para un contexto concreto y particular, pero que ahora se convierten en un estilo de vida, aparejada por unas herramientas y prácticas que debían ser un itinerario. y el estudio será comenzar a pasar el Nuevo Testamento, y si fuese posible, que- rría que lo tomase de coro. El estudio será, alzando el corazón al Señor, leer el texto sin otra glosa, si no fuere cuando algo durare, que entonces puede mirar o a Crisóstomo, a Nicolao, o a Erasmo, o a otro que le parezca que declare la letra no más; y no se meta sino en saber el sentido propio que el Señor quiso allí entender 79 . 78 Ávila, Carta 11. A un señor de este reino, siendo asistente de Sevilla , vol. IV, p. 83. 79 Ávila, Carta 5. A un predicador , p. 36. En la misma línea, con algún elemento que completa y resulta particularmente sugerente: «Y llamo estudiarlo el mirar el sentido propio de él, el cual algunas veces está claro, y otras es menester mirar algún doctor. Y de éstos sean los principales Jerónimo y Crisóstomo; y también puede mirar la Paraphrasis de Erasmo, con condición que se lean en algunas partes con cautela...; y para el estudio del Nuevo Testamento aprovecha mucho un poco de griego, por poco que fuese, y haya las Anotationes de Erasmo, que en gran manera le aprovecharán para esto». Ávila, Carta 225. A un discípulo , vol. IV, p. 724.
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