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434 FEDERICO R. AZNAR GIL medio antes de ir a la guerra total: ' ... y uno de ellos es hazer algunas po– blaziones de españoles y naturales en las quales aya el presidio de los sol– dados necessario para defensa suya y seguridad de los caminos a los quales no se les permita hazer entradas porque no sirven sino de crecer la guerra y enemigos y con no entrar los soldados entrarán algunos religiosos y los irán trayendo de paz y estorvando los robos que hazen, con su doctrina los que les entendemos, que no se arriscarán a esto aviendo entradas que los perturben y agravien de nuevo... ' ( 113) Si este remedio, 'y otros a él semejantes', no daba resultado 'se podrá tratar la dubda si es lícito darles la guerra a fuego y sangre". Entre los documentos publicados sobre el mismo concilio está una consulta a las órdenes religiosas sobre la licitud o no del repartimiento de indios. La respuesta de los franciscanos fue 'que el dicho repartimiento, aunque se reduzca a la utilidad pública...no es de suyo acto moral, lícito y bueno: sino illícito y malo y lleno de crueldad... ' Entre las razones alega– das se expone la siguiente: 'Lo octavo, concluymos, ser injusto y péssimo este repartimíento por ser perjudicial a la fe cathólica y christiana, lo qual es de temer tengan por odiosa los mesmos yndios, y dexen de arraygarse en ella los mesmos yndios con despecho de las intolerables vexaciones que por esta vía exercitan en ellos, los que para sí solos usurpan el nombre de christianos ...y por esta causa sean odiosos (los cristianos) a todos los yn– dios. De aquí procede el averse exasperado y recatado los chinos y pues– to summo cuidado en que no se dé entrada en sus tierras a los christia– nos" (114). Idéntica actuación, finalmente, encontramos en los concilios provin– ciales limenses, especialmente en el tercero celebrado en 1582-83 y que tan gran repercusión tuvo. En dicho concilio se constata la presencia de, al menos, los siguientes franciscanos: los obispos Diego de Medellín y An– tonio de San Miguel; Pedro Ortiz como representante del obispado de Ni– caragua; Jerónimo de Villacarrillo, comisario de su orden; Marcos J ofré, guardían del convento de Lima;Juan del Campo ... (115). La aportación (113) J. A. Llaguno, o.e., 232-33. (114) Ibid., 240, 244-45. Se refutan igualmente las posibles objecciones que se po– dían poner a esta tesis: en lo relacionado con la fe cristiana se dice que 'en lo que toca a la fe, solamente tienen necesidad de predicadores y ministros doctos y sanctos, por– que para esto más daño que provecho les hazen los españoles con sus males exemplos y costumbres, y más les son ympedimento, que ayuda a su conversión y manuten– ción' (ibid., 248). (115) A. García y García, 'Aportación franciscana', art. cit., 421-24; El mismo, 'La reforma del Concilio Tercero de Lima', Doctrina Cristiana y Catecismo para ins– trucción de los indios (Madrid 1986) 162-226.

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