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406 FEDERICO R. AZNAR GIL quos tamquam sibi subditos regunt, et gubernant). En virtud de su potestad natural sobre ellos y de sus obligaciones hacia la fe cristia– na, el príncipe cristiano puede ejercer una coacción sobre ellos ( et hos possunt a suo dominio et ditione, et forte alia damna illis infe– rre nisi velint iuxta Christianam religionem vivere). b) Infieles no súbidtos de cristianos: estos ( qui suo non subsunt imperfo) no pueden ser coaccionados con amenazas y temores por los príncipes cristianos ad fidem Christi suscipiendam. Los prínci– pes cristianos pueden y deben amonestarles sobre sus errores ido– látricos dz.ligenter et pluries et blande. Varias alternativas se podían derivar de esta monitz"o: * Los indígenas reciben la monitio pero no quieren tomar el bau– tismo. Alfonso de Castro, en este caso, es tajante: non crederem iuste posse bellum contra illos moverz". * Los indígenas no quieren conformar su vida a la monitio sino que, obstinados, persisten en su error y además impidem la predi– cación cristiana: tune iustum erit, quod ob hanc causam contra illos geritur bellum. * La idolatría activa, puesto que maxima infertur Deo iniurz'a per idolatriam, justifica la guerra por los príncipes cristianos ad vin– dicandas Dei iniurias. * La blasfemia, finalmente, era otro motivo de guerra justa: Prae– terea, si barbari z"llz" apud novum orbem ab Hispanis z·nventz" blas– phemarent Christum et noluz'ssent a blasphemzºa abstzºnere, potuis– sent ob hanc causam Przºncipes christianz·, ut docet Stus. Thomas, 2. 2, q.1 O, art. 8, ülos bello petere. Lo cual le justifica su anterior afirmación quonz'am haec (idolatría) multo gravius est peccatum, quam blasphemz'a ( 40). Alfonso de Castro, en conclusión, no admite la coacción absoluta para la conversión al cristianismo y la recepción del bautismo. Admite, si guien– do los postulados de la teología y derecho canónico medievales, una im– posición forzosa de la audición de la Palabra de Dios y la prohibición de la práctica de la idolatría activa. La blasfemia, la injuria a la religión, la idolatría, el negarse a escuchar la predicación cristiana... son conside– radas por él como causas justas de guerra (41 ). Claramente puede dedu- . (40)Ibi~., p.135. El texto de Duns Scoto en el que se apoyaba era In IV Sent., dist.4, q. ultuna. (4l)V.D.Carro La teología, o.e., 398, donde señala las diferencias entre Alfonso de Castro y los restantes autores de la época.
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