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FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS Y TEOLOGICOS 183 mente como una imagen del infierno para sus pobres compañeros y para él mismo, en la antesala del cielo». De esta patética exhortación para todo franciscano quisiera tan sólo detenerme en la palabra maléfica que ha sido mentada: «infierno». En líneas anteriores aludimos a esa crítica insana que acusa de trocar la tierra en «infierno» a todo intento de hacerla paraíso. La palabra auto– rizada de Pablo VI nos dice que un alma franciscana fue capaz de trocar, con su serenidad y alegría, el infierno de una cárcel aterradora, en ante– sala del cielo que esperamos. Esto siempre tiene lugar cuando la inocen– cia, la alegría y la paz se dan un abrazo en la reconciliación plena, la cual ya en este mundo se hace sentir en el gozo del definitivo encuentro ron Dios. Concluyo esta reflexión subrayanc.o que tanto Pablo VI como Juan Pablo II han buscado por la reconciliación el camino de la dicha y de la paz, cuyo disfrute puede llegar a ser un gaje aquí en la tierra. Ahora bien; nos parece que la visión de la vida, tal como es propuesta por la antropología y teología franciscanas, es una contribución preclara a los planes de reconciliación que la Iglesia propone hoy al mundo. Que como franciscanos sepamos comprender nuestra misión reconciliadora dentro de la Iglesia, cara a este mundo que, como el de San Pablo, palpa y tantea para ver si de algún modo puede atrapar a Dios. Demos a este mundo el Dios de que tanto necesita, llevándole por la senda luminosa de la reconciliación hasta que se encuentre en los brazos de aquel a quien todos llamamos Padre. ENRIQUE RIVERA

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