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FUNDAMENTOS ANTROPOLOGICOS Y TEOLOGICOS 179 munitarias. Sabido es que con esta partícula San Pablo hace sentir nues– tra incorporación a Cristo y nuestra comunión en la Iglesia. Este espíritu comunitario es el que motiva la alegría de las vecinas y alegrará siempre la vida de la Iglesia en los días del hallazgo. En la reconciliación del hijo pródigo San Buenaventura como que saborea la fiesta del Buen Padre, pues parece tomar parte en ella. En la jocunda concordia de todos, que se expansiona en cantos y algazara, ve de nuevo el alborozo eclesial que acompaña siempre al retorno de tantos hijos pródigos del vivir. Inundado él mismo de gozo, concluye su comentario en estos términos: Sintió gozo el pastor por su oveja, y de modo semejante la mujer por su dracma; pero mucho más debió alegrarse el hermano con el hermano y el padre con el hijo reencontrado 5 'º. Esta alegría que, según San Buenaventura, transpiran las tres pará– bolas evangélicas del perdón y que Jesús en el Sermón de la Montaña pedía a los suyos con la fórmula que vino a hacerse clásica: «Gaudete et exultate», ha venido a ser indudablemente una de las peculiaridades más tangibles de la vida franciscana. Cuantos hacen contacto con esta vida confiesan sentirse en una atmósfera de placidez y contento. Muchas razones se han dado para explicar esta tónica de la vida fran– ciscana: que si la naturaleza expansiva de San Francisco; ·que si el deli– cioso paisaje de Umbría, la tierra natal del Santo; que si el ambiente trovadoresco de juglares y peregrinos, etc... Ninguno de estos factores puede echar al olvido el historiador. Pero el pensador se siente instado a penetrar más hondo en el alma de Francisco y preguntarse qué es lo que últimamente motiva la irradiación de alegría que emana de aquella alma. Una frase genial de San Buenaventura nos abre de lleno a esta atmós– fera de dicha y paz ante el trato amable y pacífico de San Francisco a las creaturas irracionales escribe: «Pc,r la reconciliación universal con cada una de las creaturas retornaba (el santo) al estado de inocencia» 51 , Ahondemos en esta concisa expresión: retorno al estado de inocencia. Ella nos evoca la mañana primera en que las cosas van brotando, en plenitud de inocencia, de las manos de su Hacedor. El texto sacro repite con complacencia que Dios veía que todo era bueno. Y cuando llega al hombre, el Hacedor recalca aún más la bondad de su obra, proclamándola ,50 Commentarius in Evangelium Lucae, cap:rt XV; Op. O., t. VII, p. 383-402. 51 Legenda Major, c. VIII, n. 1 (ed. BAC), p. 428.

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