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FUNDAMENTOS ANTROPO:..OGICOS Y TEOLOGICOS 171 San Francisco, según esto, vivió una plenitud de encuentro. Ello nos incita a prescindir por unos momentos, del cuadro presentado por Las Florecillas y que hemos venido comentando, para adentrarnos más de lleno por la vida del Seo. Padre y percibir en ella los cuatro momentos que hemos señalado en el encuentro de reconciliación: el personal, el eclesial, el erístico, y el teologal. El encuentro personal Francisco lo cul– tiva por exigencia espontánea de su modo de ser. Le repugnaba ver en el hombre una cosa ya desde las explosiones festivas de su época juvenil. Esto es más de notar por cuanto su profesión de mercader le tentaba a ver sólo en el cliente· un mero instruttento de ganancia. La «cosificación» en este campo de las relaciones humanas ha sido siempre pavorosa. Ha sido la constante lacra de la burguesía, su perenne cáncer moral. La tien– da cocificadora motiva el que en cierta ocasión Francisco se desentienda de mala manera de un pobre. Pero su conciencia le reprocha el instante que ha tratado al pobre como «algo» que no le ha interesado. Sale veloz en su busca. Aquel «algo» se transforma para él en un «alguien», en el ser humano a quien atiende M. No es cosa de detenernos en las relaciones humanas de San Francisco durante su época juvenil. Todas llevan el sello de lo personal. Ya desde entonces Francisco tiende a personalizarlo todo. Hasta el paisaje que le rodea. No es, por tanto, de maravillar que por la senda del encuentro personal Francisco vaya haciendo etapas de su reconciliación con Dios, cuya mañana brilla a plena luz en San Damián para lograr plenitud de transformación en los éxtasis místicos del Monte Alvernia 85 • La mañana de la reconciliación de San Francisco en San Damián ha sido objeto de múltiples reflexiones. Resume este momento, como en cuadro plástico y de modo vivencia!, uno de los máximos encuentros de Francisco con Cristo: desde la intercomunicación meramente psico~fisio– lógica hasta la mutua trasfusión de almas por el afecto. Tomás de Celano ha penetrado el misterio de este encuentro de Francisco con Cristo al describirlo en estos términos: «Desde entonces se clava en el alma santa (de Francisco) la compasión por el Crucificado, y, como puede creerse piadosamente, se le imprimen profundamente en el corazón, bien que· no todavía en la carne, las venerandas llagas de la pasión» 11Jt1. a<1 1 Ce!., VII, p, 17 (edic, BAC) Madrid 1978, p. 152. a 5 Han sido sobre todo los artistas, poeta,s y pintores, quienes mejor han percibido el encuentro persoD1al de San Francisco con toda la creación. En Espafía los poetas J. Verdaguer y E. Marquina han vibrado de emoción ante este encuentro de San Francisco. 3,s 2 Cel., VI, n. 10 (edk B.A.C.), p. 236,

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