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170 ENRIQUE RIVERA personalistas. Las segundas han surgido como un reclamo contra las pri– meras, que se hacía ya sentir al filo del siglo pasado, en el que se sen– tenciaba que el hombre es dirigido necesariamente o por la idea que lo seduce o por la materia que lo determina. Hoy esta despersonalización se ha agudizado por los tecnicismos manipuladores del hombre, cuya meta pudiera ser una asfixiante cibernética. Contra estos conatos despersona– lizadores el sentido histórico del existencialismo en este siglo consistió en buscar caminos de salvamento a la persona. No todos fueron acerta– dos, aunque sí meritorios, al poner tan en relieve el problema de la exis– tencia humana como esencialmente libre y responsable. La proclama del personalismo actual empalma con esta corriente y hasta nos parece mejor fundada y dirigida. Esta corriente ha florecido en esa filosofía del diálogo, que la vemos surgir en este mundo des-almado, sin-alma, como alba de promesas. A una con esta filosofía del diálogo hoy luce igualmente la filosofía del encuentro que tiene en el diálogo la expresión externa de esa vivencia humana que envuelve a los dos. En este momento con voz queda siento una íntima satisfacción de poder comunicar a mis hermanos franciscanos mi convencimiento de que una de las grandes misiones del franciscanismo en esta hora es la de ser «vanguardia espiritual» en la defensa de la persona por los plácidos ca– minos del diálogo y del encuentro. Ya en el Congreso Franciscano de Vitoria, en 1976, al leer mi ponencia: Visión del hombre en San Francisco y antropología actual 32 estudiaba en la primera parte: «La persona hu– mana frente al personalismo ambiental». Desarrollaba en la segunda: «Encuentro con el otro y lucha de conciencias». Para contraponer en la tercera el diálogo personalizador frente a la dialéctica personalista. Afortunadamente me acompañan otros en estas benditas lides francis– canistas. El profesor J. A. Merino ha juzgado uno de los goznes de la mentalidad de San Francisco la categoría del encuentro. De modo patente lo hace ver en su estudio: Humanismo Franciscanoªª· Y fue de gran sa– tisfacción, al oírle en la Univ. Pontificia de Salamanca, cuando el cente– nario franciscano de hace dos años, constatar que en el coloquio con los teólogos hizo del encuentro la clave para interpretar las grandes vivencias teológicas del alma de San Francisco. 3 2 E. RIVERA DE VENTOSA, Visión del hombre en San Francisco y antropología actual, en Estudios Franciscanos, 78 (1977) 93-110, 33 J. A. MERINO, Humanismo Franciscano, Ediciones Cdstiandad, Madrid 1982.

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