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tos. Aquí se vieron grandes prodigios y mara– villas de Dios, porque habiéndose caído toda la iglesia y por toda ella corrido el fuego, quedó intacto el Tabernáculo del Santísimo Sacramento y una muy devota imagen de Nuestra Señora del Rosario» 5 • La imagen de Jesús Nazareno no estaba allí, pues hubiera perecido en las llamas. Sin embargo, cuando, en 1681, los moros toman la Plaza fuerte o presidio a los españoles, allí aparece la imagen de N.P. Jesús. Durante todo este tiempo sólo los Padres Capuchinos regentaron dicha Plaza como capellanes. Lo más razonable es pensar que fueron ellos quienes la llevaron allí. Nos consta que eran frecuentes los viajes que realizaban a la Península. Al quedar des– truida la iglesia con sus imágenes y ornamen– tos, tuvieron que moverse e ingeniarse para proveerla nuevamente. Sus viajes no fueron inútiles; en poco tiempo recogieron por los conventos y se llevaron a Mehdía nada menos que dieciséis imágenes, y abundante ropa de iglesia. Esta entrega de imágenes y ornamentos por parte de los Superiores a los presidios de África y a otros conventos llegó a ser abusiva, hasta tal punto que muchos religiosos se quejaron y escribieron a Roma, obligando a intervenir a la suprema autoridad de la Orden. En el Capítulo General, celebra– do en dicha ciudad en 1667, se da la siguiente ordenación especial para la Provincia capu– china de Andalucía: «Ha llegado a nuestro conocimiento el gran desorden que ha habido en algunos superiores mayores y provinciales de dicha provincia, en sacar ornamentos, cuadros y otras cosas que están en unos conventos para llevarlos a otros de su inclinación, con detri– mento notable de dichos conventos que son despojados, singularmente el convento de Sevilla... Por tanto, ordenamos y mandamos que ni los provinciales ni otros superiores de dicha provincia de Andalucía, puedan sacar cosa alguna, como son, cuadros, ornamentos y cosas semejantes de los conventos de Gra- ◄ Jesús Nazareno. Detalle. Rostro sereno y dolori– do. 6 nada, Sevilla, ni del de Cádiz, para llevar a los demás, ni a los presidios de África, sin licen– cia del P. General» 6 • Pero existe un documento más importante todavía. En el Archivo del Duque de Lerma hay un manuscrito que nos habla de un pleito entre Capuchinos y Trinitarios acerca de la propiedad de la imagen de N. P. Jesús. «La efigie de Jesús, dice el documento, que hoy se venera en el convento de Trinitarios Descal– zos de esta Corte, era de los Padres Capuchi– nos de Sevilla; y en tiempo que los moros venían a hacer sus piraterías, en una ocasión, entre otras alhajas, se llevaron dicha efigie. Ésta la rescataron los Padres Trinitarios por poquísimo precio. Los Padres Capuchinos pusieron pleito pidiendo dicha efigie, apron– tando lo que costó el rescate; en cuyo inter– medio, el Duque de Medinaceli, que enton– ces era, pidió a los Capuchinos suspendiesen el pleito, pues por el afecto que tenía a aquel convento de Trinitarios, deseaba permane– ciese allí, lo que ejecutaron» 7 • CAUTIVERIO Y RESCATE Jesús en poder de los moros El 30 de abril de 1681, España perdió el presidio de Mámora. El Emperador de Fez, Muley Ismael, dándose cuenta de la debili– dad del Gobierno español y de los escasos combatientes que defendían en aquel momento la fortaleza, la cercó con un pode– roso ejército compuesto de ochenta mil solda– dos. Dirigía la operación el capitán general Alí Benaudala. Eran entonces capellanes de la Plaza los Capuchinos Andrés de la Zubia y Jerónimo de Baeza, los cuales trataron de animar a los soldados, disponiéndoles para la defensa; «pero en balde, porque ésta era imposible». La guarnición que entonces tenía la Plaza era sólo de 150 hombres, hambrien– tos y casi desnudos. Las municiones escasas, los víveres pocos. El auxilio que podía llegar– les de España, nulo; pues el barco enviado desde la fortaleza, en demanda de socorro, fue apresado por los marroquíes. En tales circunstancias, el Gobernador

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