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enseñarle la verdadera religión católica, nada se pudo conseguir, hasta que poco después que llegó a Ceuta la imagen de Jesús Nazare– no, sufrió una enfermedad. «Herido más de las divinas luces que de su misma enferme– dad, pidió a voces que le visitara un sacerdo– te, ya que deseaba ser cristiano». Acudió en seguida un religioso y, habiéndole explicado brevemente los principales misterios de nues– isa fe católica, le bautizó. «Luego pidió que le quitasen la ropa de moro, que no quería que le sirviese de cristiano. Y abrazándose con un santo crucifijo, besándole y diciéndole mil ternuras, expiró felicísimamente» 50 • b) Enfermos desahuciados, partos diflciles, hechos portentosos: Había en Madrid un hombre desahuciado de los médicos y, aun cuando estaba casi agonizando, no quería confesarse. De repente llama a los que le asis– ten y les manda que al punto le traigan un fraile, pues habiéndosele aparecido Jesús Nazareno y mandándole que se confesase, le había ofrecido la salud del alma y cuerpo si así lo hiciere. Se confesó al punto, y quedán– dose un rato dormido, despertó al poco tiem– po bueno y sano, y libre ya de la enfermedad corporal que padecía. Vivió después algunos años en santo recogimiento. Muchas mujeres han obtenido un feliz suceso en partos muy peligrosos, invocando con devoción a Jesús, y teniendo consigo alguna estampa o medalla de tan santa ima– gen. Y como ejemplo de este aserto, el cro– nista nos relata un hecho increíble, si él mis– mo no hubiera sido testigo: «Molestada de accidentes gravísimos y cercana al parto, se hallaba una señora en Sevilla, implorando el auxilio de Jesús Naza– reno. Acometióla un dolor vehemente y con él dio a luz un niño muerto y tan negro que causaba horror a la vista. Ocupados los asis– tentes en verlo., se olvidaron de la madre, y Penitentes arrastrando gruesas cadenas, en la procesión del Viernes Santo.
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