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Desde entonces, Jesús ha sido fiel a la cita. Han cambiado los itinerarios: Prácticamente la procesión ha recorrido todas las calles del casco viejo de la ciudad. Antes de los años treinta, la procesión llegaba hasta el Palacio Real; penetraba en la plaza de la Armería, siendo presenciada por los reyes, los prínci– pes y el gobierno en pleno. Ha variado la hora de salida: Antes por la mañana, ahora por la tarde. Unas veces lo ha hecho en la procesión general de la ciudad; otras, él solo. Desde 1945, hace el recorrido en una artística y grandiosa carroza, de grandes proporciones y enteramente dorada; fue costeada en gran parte por suscripción popular. Es obra del escultor malagueño Palma Burgos. En la actualidad se desarrolla así la proce– sión: A las seis de la tarde sale la imagen de la iglesia, a los acordes del Himno Nacional. A la cabeza de la procesión, la cruz parroquial y el estandarte de la Esclavitud, esclavos y esclavas con el escapulario, señoritas con la clásica mantilla española, nazarenos y peniten– tes encapuchados; muchos de ellos descalzos, arrastrando gruesas cadenas y portando pesa– das cruces. La imagen de N.P. Jesús, en su carroza. Cierra la procesión el Preste con sus ministros, religiosos capuchinos y la Junta de gobierno de la Esclavitud, autoridades civiles y militares, banda de música, policía a caballo y multitud de fieles que desean cumplir pro– mesas... En las calles asisten innumerables personas que se arrodillan y oran al paso de la imagen. ¿Cuántas? Es difícil el cálculo exac– to; entre las que forman en la procesión y los que la contemplan desde las aceras, bocaca– lles, balcones... creemos que se acercan a las trescientas mil. El itinerario en estos últimos años es el siguiente: Duque de Medinaceli, Plaza de las Cortes, Carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol, Alcalá, Plaza de Cibeles, Paseo del Pra– do, Plaza de Cánovas del Castillo, para regre– sar de nuevo por la Plaza de las Cortes y Duque de Medinaceli. Cuando el Nazareno entra majestuoso en el templo, el numeroso público lo despide con una salva de aplausos. Pero no todos los años la procesión puede completar este itinerario, debido sobre todo a los cambios climatológicos. Así sucedió en 1958, en que «estando el tiempo inseguro y muy metido en aguas, la procesión sólo pudo llegar a la Puerta del Sol, pues, cuando aún no había traspuesto el edificio de la D:rec- Tradición femenina de mantillas y peinetas en la procesión del Viernes Santo.

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