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Los reyes de España, D. Juan Carlos y Doña Sofla, oran ante Nuestro Padre Jesús. Les acompaña el autor del libro. imperceptiblemente, se corrió la voz del pueblo madrileño de que el primer vier– nes de marzo, de tres gracias que se pedían se conseguía una. ¿De dónde procedió tal creencia? ¿Quién inventó esa noticia? Nada se sabe de cierto. Lo único seguro es que cada año el primer viernes de marzo ha sido más concurrido, hasta llegar a lo que vemos en estos últimos años, en que se forman las dos interminables colas: una, de gente sin tar– jeta y otra, con tarjeta, que duran desde la mañanita hasta la media noche» 44 • Como preparación para dicho viernes, se celebra un triduo solemne. La víspera se baja la imagen y se coloca en una especie de tro– no, sito en el umbral del presbiterio. En la parte derecha se ubica el altar un tanto eleva- 50 do, para que los fieles puedan seguir fácil– mente la santa misa desde cualquier ángulo de la iglesia; son alrededor de cuarenta las que se celebran en ese día en la Basílica y en la Cripta. Durante las veinticuatro horas, los sacerdotes atienden a las innumerables per– sonas que se acercan a reconciliarse en el sacramento de la penitencia. ¡ Son muchas las conversiones atribuidas al Divino Rescatado en este primer viernes! Las «colas» que se forman alrededor de la iglesia son conocidas en España entera, y aun en el extranjero. Hay personas que esperan, llenas de amor y con– fianza, hasta cuatro, cinco o seis horas para poder besar el pie de Jesús. De Madrid, de La Mancha, de las provincias limítrofes, de toda España vienen ese día.
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