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imagen más querida, más visitada y más venerada del pueblo madrileño. Los Viernes en Jesús de Medinaceli El carácter penitencial que la Iglesia da a los viernes en recuerdo de la Pasión y Muerte del Señor, motivó el que los cristianos esco– gieran ese día para adorar a Jesús. Cuando los Capuchinos se hicieron cargo de la capilla sólo se consentía la adoración a una hora determinada: a las doce y media de la maña– na. Posteriormente se autorizó también por la tarde a las siete y media, al terminar la fun– ción religiosa y «ha sido de tanto gusto al pueblo, que dura a veces hasta dos horas». Hoy, ante la multitud de fieles que se acer– can, se ha hecho necesario el permitir el besapié durante todo el día: desde las siete de la mañana hasta las once de la noche. Y si todos los viernes son muchos los madrileños que vienen a Jesús, la mayor afluencia se registra los primeros viernes de cada mes y todos los de cuaresma, «en los cuales es redu– cido el templo para tanta gente que llega de todo Madrid». «Las romerías cuaresmales a N.P. Jesús, dice 'Chafarote', no tienen par en ningún otro templo u oratorio de Madrid, y no sé yo que pueda admirarse en ninguna otra capital de España tanta concurrencia de gentes, con tanto silencio y compostura, y con tantas señales de verdadera piedad y devoción. Dicen por ahí que hay ribetes de superstición en muchos visitantes... Como hay gentes para todo, cierto que no faltarán algunos supersti– ciosos ignorantes en la devotísima iglesia de N.P. Jesús. Pero lo general, ejemplar y admi– rable es el recogimiento con que millares de gentes visitan a la milagrosa imagen» 42 • Antiguamente los fieles subían al camarín y besaban de rodillas los pies de la imagen; más tarde besaban sólo las manos sin arrodi– llarse, con el fin de abreviar la ceremonia y evitar molestias. Hoy la efigie está situada a una altura conveniente para que todos pue– dan besar el pie sin necesidad de arrodillarse. «No es devoción falsa y loca traer besos en la boca nacidos del corazón». (Fr. Maurido de Begoña) El beso es manifestación de amor. El beso de los fieles a la imagen de N.P. Jesús no es falsa devoción; es la prueba externa de un amor que llevan muy dentro. Cuando se ven esas filas interminables de hombres y de mujeres acercarse a la venerada imagen para verla, tocarla y besarla, no podemos menos de recordar las escenas evangélicas de las multitudes que «querían ver y tocar al Señor». Los viernes de Jesús no son más que una «repetición>> de aquellos hechos. Jesús sigue dejándose besar y tocar por los afligi– dos, por los tristes, por los necesitados: «Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y Y o os aliviaré» (M t 11,28). Pero, además, la mayoría de las personas no se contentan con besar a Jesús, sino que escuchan la Palabra de Dios y reciben sacra– mentalmente al Señor, después de haber purificado sus conciencias en el sacramento de la penitencia. Más de medio millón de comuniones se reparten todos los años en la basílica y la proclamación del mensaje de sal– vación a través de homilías, sermones, ejerci– cios espirituales, ... es constante. Evangeliza– ción y culto resumen perfectamente lo que son los viernes en Jesús de Medinaceli. La «adoración» del primer Viernes de marzo «Todos los viernes de cuaresma, nos dice Antonio Velasco Zazo, particularmente el primero, en la hora breve e indecisa del atar– decer, acudían a la iglesia de Jesús lo mismo nobles que plebeyos. Trasladóse esta costum– bre al primer viernes de marzo, desde que un año coincidió así con la cuaresma» 43 • «La famosa adoración del primer viernes de marzo, anota por su parte el cronista con– ventual en 192.::1., apenas se sabe cómo co– menzó. Ha sico completamente popular. Según los religiosos capuchinos que están aquí desde la fundación, siempre se notó que los viernes de cuaresma era más numerosa la gente que venía a adorar a Jesús; y pronto, 49

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