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autoridad pontificia diera catt¡a de: ciudada– nía a Isidro en toda la iglesia, . -y al mismo tiempo, fue causa de que hoy dispongamos·, en varios volúmenes, de noticias interesan– tísimas sobre la Yida y milagros de Isidro La– brador, que de otro modo se hubieran per– dido para siempre. Si la Villa de fyiadrid celebró con grandes festejos la beatificación de Isidro, todavía fueron mayores los que tuvieron lugar con motivo de su cá:10nización; pues a las auto– ridades civiles y religiosas de la -corte se unieron los jesuitas y carmelitas que ·celebra– ban también la canonización de sus respec– tivos santos. Lope de Vega fue el encargado de escribir la crónic_a oficial de estas fies– tas 37 • Por causas desco•riocidas, el papa no expi– dió Bula de canonización como solía hacerse cuando un santo era elevado al horior de los altares. A solicitud de la Imperial y Corona– da Villa, Benedicto XIII la concec:lió un si– glo después, en Roma, a 4 de junio de 1724. Comienza con las' palabras latinas «Rationi congruit,,. En el archivo de Villa de Madrid existe una copia aüténtica del original latino y una -traducciórí literal castellana 38 • Aceptado como ·patrono de Madrid desde 1212, Juan XXIII extendió el patronazgo a los agricultores y campesinos españoles el 16 de diciembre de 1960. Es día de precepto en la capital de España desde 1621. Fama de santidad de María de la Cabeza María de la Cabeza murió y fue enterra– da en la ermita de Nuestra Señora, de Ca– raquiz. Desde muy pronto «su cabeza fue co– locada en el alta principal de aquel santua– rio, y comenzaron a celebrar su fiesta el 8 de septiembre, día propio de su glorioso tránsito, a solicitud de los príncipes secula– res, con autoridad ordinaria y permisión Apostólica». «Particularmente su sagrada cabeza era reverenciada er. las riberas del J arama por los pueblos con tan general veneración, y era tan crecida la multitud de favores que expe- rimc_ptaban los fieles , que la fama de esta in– signe reliquia desde aquel tieme_o dio perpe– tuo nombre a la ermita, a la imagen de _Nuestra Señora y a la misma sierva de Dios». La ermita donde estaba enterrada la santa pasó con el tiempo a ser propiedad de los Ca– balleros Templarios; después, de los 'frailes Franciscos Claustrales; finalmerite, el carde– nal Cisneros se la entregó a los Padres Fran– ciscanos de la Observancia, de Torrelaguna, el 23 de agosto de 1511. Con tantos cambios de propietario «vino a olvidarse el lugar exacto donde estaba enterrada la santa». En 1596 se descubren_ milagrosamente sus restos y son trasladados al convento de la Madre de Dios de los Franciscanos de Torre– laguna, siendo expuestos ·a la veneración del pueblo en la iglesia de dicho monasterio. Crecía la devoción a nuestra santa, y el rey Felipe 111, juntamente con las Villas de Madrid y Torrelaguna, la cofradía de Santa María de la Cabeza, y de otras muchas au– toridades ... , pidieron a Roma que fuera ele– vada al honor de los altares, juntamente con su esposo Isidro. Se nombraron los jueces y se iniciaron los Procesos 39 • Traslado de las reliquias a Madrid El gran deseo de los madrileños era poder tener juntos los cuerpos de los santos espo– sos en la capital del reino; y así «la Corte Ca– tólica pidió a los Padres Franciscanos que le cediese el cuerpo de la santa. Los superiores de la religión, considerando con prudente re– flexión que no les era conveniente resistir a tan poderoso empeño, hubieron por fin -de condescender a las respectivas instancias , confiada su religiosidad en qu e esta trasla– ción sería . . . para mayor culto de la sierva de Dios». «Pasaron dos regidores de Madrid en un . coche a Torrelaguna; y el P. Paredes, guar– dián entonces de aquel convento , les entre– gó la urna con todos los huesos y reliquias de la bienaventurada María de la Cabeza, por orden que para esto tenía del P. Gaspar de la Puente, provincial actual de Castilla». 75
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