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57. Felipe LV, de Velázque¿. Museo del Prado. En su reina– do, Isidro es elevado al honor de los altares. todo lo referente a la canonización de Isidro , «a quien la Villa de Madrid tiene gran de– voción ... y desea vivamente que su Santidad se sirva canonizarle». Don Gaspar Quiroga, gran devoto del labrador y que visitaría más tarde la tumba del santo para pedirle la sa– lud, acogió también la iniciativa con gran entusiasmo. Aceptada en Roma la petición, se incoan tres procesos: Don Gaspar Quiroga, en 1593 , manda aJuan Bautista Neroni, su Vi– cario en Madrid, que proceda a recoger los datos sobre la vida, virtudes y milagros de San Isidro. El nuncio de Su Santidad en Es– paña, Don Camilo Cayetano, encomendó al dominico P. Domingo de Mendoza llevar a cabo nueva información, en febrero de 1596 . El sucesor de Don Gaspar en la sede de To– ledo, el archiduque Alberto, ordena en agos- 72 to de 1597 a Domingo de Mendieta, vicario general de Madrid, que haga un nuevo . proceso. En los años siguientes, los procesos sufren una pausa inesperada. En septiembre de 1598 muere Felipe II, y en 1605 fallece Cle– mente VIII. Con la llegada al solio pontifi– cio de Paulo V y la coronación de Felipe III como rey de España, la causa de canoniza– ción de Isidro recibe un nuevo impulso. En 1611 Felipe III, a través de su embajador en Roma, Francisco de Castro, escribe a Paulo V rogándole encarecidamente despache con urgencia la causa. Al mismo tiempo, llegan al papa numerosas peticiones de los reinos de Castilla y León, del clero y del pueblo de Madrid, de la cofradía sacramental de San Isidro, y de muchos obispos e iglesias de Es– paña. Para hacer mayor fuerza , se envían también a Roma los tres procesos menciona– dos anteriormente. El papa encarga el estudio de estos proce– sos a los oidores de la Rota, y creyendo és– tos que el caso no está suficientemente estu– diado manda el papa que se lleven a cabo otros procesos: Uno compulsoria! de los an– teriormente hechos. (Proceso compulsoria!: Trata de compulsar, comprobar la veracidad o crédito que merecen los testigos y las prue– bas por ellos aportadas en los procesos de in– formación, haciendo a su vez información sobre su probidad, y si se podía, pidiéndoles se ratificaran o rectificaran en su declaración prestada). El otro, remisoria!, formado por la vida escrita por Juan Diácono , varios documen– tos más, y las declaraciones de 265 testigos. (Proceso remisoria!: Es un proceso compul– sorio, instruido por jueces designados nomi– nalmente por Roma, con la diligencia pues– ta por el Ordinario de remitir -de ahí su nombre- todas las actuaciones al tribunal de la Santa Sede). Estos procesos los realiza– ron Bernardino de Rojas y Sandoval, arzo– bispo de Toledo; Fr. Francisco de Sosa, de los Franciscanos Observantes y obispo de Canarias; y Juan de Noces , canónigo de Cartagena. Terminadas las actuaciones fue remitido todo a Roma.

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