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V ISIDRO, SANTO POR ACLAMACIÓN POPULAR Isidro vive una vida santa, confirmada por Dios con varios milagros. A su muerte, al no pertenecer a la nobleza ni al clero ... , nadie se preocupa de escribir su vida, ni de visitar su tumba que servía de sumidero en tiempo d~ lluvias. Pero Dios se encarga de «ensal– zar a los humildes». Dos apariciones: a un hombre, primero; y" a una mujer, después, sacarán a Isidro del olvido. Son tantos los prodigios que se verifican el mismo día de la traslación de su cuerpo, que desde entonces el santo labrador se gana el corazón de sus 55. Los Santos Labradores, de Ramón Bayeu. Museo Ro– mántico. Madrid. paisanos los madrileños que comienzan a te– nerle y a honrarle como a santo. Campesinos, nobles, reyes, jerarquíás eclesiásticas ... todos se acercan a visitar su cuerpo incorrupto y a pedirle gracias. Dios se complace en concederlas generosamente por intercesión de su humilde siervo. Se ce– lebra su fiesta con solemnidad, se componen himnos litúrgicos, se organizan procesiones, se levantan templos y ermitas, se tallan imá– genes en su honor ... Nadie duda ya de que Isidro ha sido glorificado por Dios. Hasta Gregorio IX, esta proclamación po– pular era suficiente para poder dar culto a un santo. Así fueron canonizados los após– toles, los mártires y muchos santos a quie– nes se daba el título de confesores. El proce– so era el siguiente: Si al morir un cristiano los fieles le veneraban como santo, el obispo de la región aceptaba este culto, lo cual equi– valía a la beatificación. Si la fama de santi– dad se extendía a las regiones limítrofes y los obispos veían bien dicho culto, suponía la ca– nonización. No hay que olvidar las dificul– tades de entonces para recurrir a Roma: dis– tancias, medios de transporte ... Debido a algunos abusos y, sobre todo, por el deseo de dar mayor autoridad y so– lemnidad a las canonizaciones , el papa Gre– gorio IX (siglo XIII) reservó a la Sede Apos– tólica el derecho de dar el título de beato o de santo a determinadas personas. Isidro ha– bía sido proclamado santo por decisión po– pular y había sido aceptado como tal por nuncios, obispos, clero y fieles. Los mismos sumos pontífices concedieron indulgencias a los que visitaban su sepulcro. Objeciones a su culto Así vino desarrollándose el culto hasta el siglo XVI. En este siglo, bajo la influencia cel concilio de Trento, los actos de culto en ho– nor de Isidro sufren un contratiempo. Se pone en duda la legitimidad de venerarlc por no estar canonizado oficialmente: más ade– lante se llega hasta prohibir el darie culto pú– blico. El 19 de julio de 1567 visita la iglesia
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