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se perdieran las cosechas en un año de gran sequía. La Ilustración Española y Americana del 22 de mayo de ese mismo año publicaba esta nota: «Consérvase el cuerpo perfectamente momificado, excepto la frente, parte del crá– neo y el maxilar inferior, que presentan el hueso al descubierto. También han desapa– recido la parte cartilaginosa de la nariz, el pelo, las orejas y las últimas articulaciones de algunas falanges de los pies y de las manos. Sólo conserva un diente en la man– díbula inferior. Tiene cerrados los párpados, y es circunstancia notable la de conservar los ojos sin haberse secado ... La cavidad torácica tiene gran desarro– llo, y aparece perfectamente cubierta de car– ne momificada, así como también los bra– zos, las piernas y los pies . El cuello es alto, grueso, y en él se marcan perfectamente los tendones. Sobre el ceñidor de que nos ha– blan los cronistas se ha puesto ahora una mantilla de tisú azul, bordada en oro, con las armas de la Villa. Mide el cuerpo de San Isidro, en la actitud en que hoy se encuen– tra, 1, 75 metros de longitud, lo cual indica que el santo Labrador debía de ser de esta– tura gigantesca, si se tiene en cuenta la con– tracción natural de la columna vertebral y de todos los cartílagos articulares» 22 • Varias veces más se ha vuelto a abrir la urna. La última vez ha .tenido lugar en el mes de mayo de 1985, con motivo del Pri– mer Centenario de la creación de la diócesis de Madrid-Alcalá. En esta ocasión tuve la suerte de contem?lar el sagrado cuerpo, y he comprobado la veracidad de los relatos an– teriores. Por gentileza de D. Nicolás Sanz, canónigo de la catedral de San Isidro, pudi– mos hacer varias fotos del cuerpo incorrup~ to. Arcas, urnas, cajas para el cuerpo de San Isidro Los madrileños han sabido valorar, a lo largo de los siglos, el gran tesoro que suponía poseer el cuerpo incorrupto de su hijo más universal. Por eso, desde que fue trasladado a la parroquia de San Andrés, siempre se procuró que su cuerpo estuviese en unas úr– nas o cajas especiales, dotadas de alta se– guridad. Desde el siglo XIII el cuerpo de San Isidro ha estado protegido por una doble caja. U na interior, que podríamos considerar normal: la caja donde está depositado el cuerpo. A su vez esta caja ha estado dentro de un arca de gran valor: bien por las pinturas que la decoraban: arca mosaica-o antigua, bien por la materia del arca: la regalada por los pla– teros de Madrid. Describimos las arcas ex– teriores . Arca mosaica-antigua-o de Alfonso VIII En esta arca se introdujo la caja con el cuerpo de San Isidro en 1213, y en ella per– maneció hasta 1620. Según la tradición esta es el arca que Alfonso VIII, agradecido a San Isidro por la victoria de Las Navas de Tolosa, mandó hacer para que en ella repo– saran, con la mayor dignidad posible, los restos sagrados del santo Labrador. Hoy, esta arca es de gran valor histórico ; aunque algo deteriorada ha llegado hasta no– sotros. El historiador García Villada la des– cribe así: «El Arca mide 2,39 metros de lar– ga, 1,08 de alta y 0,85 de ancha. Es de pino revestido de pergamino, cubierto con un aparejo blanco, sobre el cual se han pintado distintos cuadros, que son los que tanto pre– cio dan a este monumento. Desgraciada– mente, muchas de estas pinturas han desa– parecido o están tan descascarilladas, que apenas se distinguen , por haber saltado el aparejo o haber sido arrancado el pergami– no . Esto sucede especialmente en la parte posterior que ha estado adosada a la pared, y en la tapa. El arca está formada por una caja y una tapa, compuesta ésta de dos tablas que se unen por el vértice. La traza de las compo– siciones se desarrolla en una forma parecida a la usada en los sepulcros esculpidos de la época, en las arquetas-relicarios y en las mi- 49
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