BCCCAP00000000000000000001377

SAN ISIDRO LABRADOR SANTA MARÍA DE LA CABEZA, SU ESPOSA NOTAS PREVIAS Al escribir la vida crítica de cualquier per– sona es necesario tener en cuenta los datos de la historia, así como aquellos que propor– ciona la sana tradición . La historia es parca en la biografía de San Isidro. No así la tra– dición que se ha mantenido fresca y jugosa a lo largo de los siglos en los lugares donde vivió el santo. Sería cicatero negar autenti– cidad y valor a estos hechos, cuando sabe– mos por otra parte que en los siglos XI y XII, en que vivió el Labrador, más que escribir se comentaba, al amor de la lumbre o a la luz de las estrellas, las gestas de los hombres famosos. No eran tiempos de prensa escrita, ni de radio, ni de televisión. Al no existir contacto con «el exterior», las noticias eran forzosamente pocas; las tradi– ciones se conservaban mejor y solían repe– tirse durante mucho más tiempo . En el pue– blo piadoso se ponía especial interés en transmitir oralmente aquellos hechos, que servían para «edificar y alimentar» la fe de los cristianos. Concedemos un valor especial a los datos aportados en los Procesos de canonización de Isidro. Los testigos, después de jurar sobre los santos Evangelios, eran exigentes en sus respuestas. Además , se sentían continuado– res de una tradición ininterrumpida . Solían terminar sus declaraciones con estas o pare– cidas palabras: «Todo lo cual sabe ( el testi– go) porque así lo oyó de sus mayores y más ancianos, como ellos lo habían oído de los su– yos, y conforme a una continua tradición». Prescindimos de toda controversia a la hora de señalar años concretos en la vida de San Isidro. Lo consideramos inútil, al no existir documentación escrita fehaciente . Se– guimos aquellas fechas que encuentran ma– yor apoyo en la tradición popular. Al estudiar la vida de San Isidro, necesa– riamente nos hemos encontrado con los da– tos que aporta la tradición sobre su esposa, María de la Cabeza. En el libro encontrará el lector lo más significativo sobre ella. La vida santa de estos dos labradores con– tradice la tesis, muy extendida en aquella época, de que la santidad era algo privativo de la clase alta y del clero. En cualquier es– tado y situación puede florecer la santidad . Dios da su gracia a todos . Ante Él no exis– ten las clases sociales. Comenzamos haciendo una incursión ra– pidísima a los orígenes de la Villa del oso y del madroño, para describir con más detalle el Madrid que conoció nuestro santo. 3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz