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compama. No supieron responderle , enmu– decidos de admiración con tan impensada maravilla. .. Pasados algunos días se despi– dieron los dos santos esposos: María se que– dó en su retiro de Cara,quíz, e Isidro se vol– vió a Madrid». Según '.Bleda, los testigos del proceso de canonización de María de la Ca– beza llaman a este suceso «milagro siempre creído por muy verdadero» 16 Muerte de Isidro Nuestro santo se acerca ya a los noventa años, y cae enfermo. Su esposa vuelve a su lado «para asistirle en su última necesidad». Juan Diácono, tan parco en otras ocasiones, nos describe con bastante detalle los últimos días del santo: «Llegado el tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo, juez imparcial, de– terminó piadosamente remunerar sus conti– nuos trabajos, cayó enfermo en cama, y pre– sintiendo inminente el último día de su vida, después de recibir el viático, hacer testamen– to de sus pocos bienes materiales y terminar una devota exhortación a sus familiares, gol– peó su pecho, juntó las manos, cerró los ojos y entregó su espíritu humilde a su creador y redentor» ~N. 0 6). Era el «viernes 30 de noviembre , día del apóstol San Andrés, del año 1172, gobernan– do la Silla apostólica Alejandro III, rei– nando en España Alfonso VIII el Bueno, y teniendo nuestrc santo noventa años de edad» 17 • Así terminaba la vida de un hom– bre que, con una gran sencillez, supo ser tes– tigo de J e.mcristo en este mundo , vivió se– gún los pcstulados del evangelio, y practicó hasta la heroicidad las virtudes cristianas . Sepultura El cuerpo del bienaventurado Isidro reci– be sepultura en el cementerio de San An– drés. Lo constata su primer biógrafo: «Fue enterrado en el cementerio de San Andrés apóstol, cuya iglesia era la última que re– corría en piadosa peregrinación antes de ir al trabajo» (N. 0 6) . «Antiguamente a los obispos, prelados, sa- cerdotes, y a los seglares de alguna condeco– ración, se les daba sepultura dentro de las iglesias; pero a los fieles de la plebe, los en– terraban regularmente en los cementerios, que tenían para este fin fuera de los templos. A los pies de la iglesia de San Andrés de Ma– drid había un cementerio para entierro co– mún, y aquí sepultaron a nuestro santo La– brador, que como había vivido vida humil– de y pobremente, murió pobre, y con pobre– za fue sepultado; pero tan' arrimado a las pa– redes, que alargando un poco la iglesia, que– dó el sepulcro dentro, como al presente se ve– nera, cerca del altar mayor» 18 Últimos años y muerte de María de la Cabeza Muerto Isidro, su esposa se retira nueva– mente a la ermita de Caraquiz, dedicándose a sus acostumbrados ejercicios. «El principal era asistir a la ermita de nuestra Señora, cui– dar de la santa Imagen, asear su altar y en– cender la lámpara. .. Pedía limosna por los lugares circunvecinos, y de lo que cogía em– pleaba una parte en socorro de los pobres; otra aplicaba a su propio sustento , pero la primera y mayor porción reservaba para mantener la luz de la lámpara y adorno de la ermita de la Virgen. Aquí se pasaba mu– chas horas en oración, trato con Dios y con su Madre Santísima . «Se llegó, pues, el tiempo en que Nuestro . Señor quiso premiar los muchos trabajos que había padecido su Sierva; y a vueltas del año 1180 cayó enferma gravemente. Se preparó para hacer su partida a la eternidad . .. Or– denó por última voluntad la enterrasen en aquella ermita ... y entregó su alma en ma– nos de la Virgen María, el día 8 de septiem– bre de dicho año» . «Publicóse su muerte por los lugares in– mediatos, y como era tan general la fama de su santidad , concurrió mucha gente de aque– lla comarca a su entierro, y a venerarla . .. Diéronla sepultura en la ermita de nuestra Señora, según su última disposición. Y en este santuario estuvo su santo cuerpo cerca de cuatrocientos años» 19 39
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