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2 l. Primera página del manuscrito de Juan Diácono, s. XIII. tiempo no contaba en las visitas; las pala– bras, las de un hijo enamorado de su madre; el resultado, María enseñaba a Isidro a co– nocer y a amar cada día más a Jesús y al prójimo. Trabajo Se ha discutido mucho sobre la situación económica de Isidro. Isidro y su familia, ¿eran pobres? ¿eran ricos? Ciertamente que los Merlos no eran pobres. Sabemos que en su momento ayudaron económicamente a la canonización de su pariente. Los Isidros de– bieron disfrutar también de una posición acomodada, puesto que los enlaces matrimo– niales de entonces solían hacerse entre fami– lias niveladas en la hacienda. Por su parte, su primer biógrafo, Juan Diácono, dice ex– presamente que Isidro, «aunque no era rico», solía compartir con hombres y aves lo que tenía (Nº 1). Parece que Isidro debió de pertenecer a lo que hoy llamaríamos clase media. Por tanto, podemos afirmar que la pobreza que vivieron el matrimonio Isidro y María fue plenamente voluntaria, habiendo renunciado con generosidad a los bienes -pocos o muchos- que poseían. ¿Razones para abrazar la pobreza? Ha– bría que buscarlas en la Sagrada Escritura, ya que Isidro se había comprometido a vivir según sus enseñanzas. Nuestro santo era un constante oyente de la Palabra de Dios en la misa. Oiría con frecuencia la invitación de Jesús a abandonar las riquezas por su amor; lo difícil que resultaba salvarse poseyendo abundancia de bienes . . . Al mismo tiempo, había escuchado las palabras del Génesis, 3,9: «El hombre deberá ganar el pan con el sudor de su frente». Así como otros pasajes evangélicos donde Dios apremia continua– mente a trabajar, a desarrollar los talentos recibidos. La doctrina era clara y la opción para un alma generosa era evidente: Isidro, adelan– tándose en un siglo a Francisco de Asís, abandona sus bienes y acepta el trabajo -sirviendo a los demás- como su único medio de vida. Diversas clases de trabajos A Isidro se le atribuyen fundamentalmen– te dos clases de trabajos: pocero y labrador. Pocero: Isidro tenía gran facilidad para des– cubrir manantiales subterráneos, abundan– tes por otra parte en el subsuelo de Madrid. Son varios los pozos que se atribuyen al san– to madrileño, y todos ellos con propiedades curativas. Pozo en la calle de Toledo: El pozo más famoso atribuido a San Isidro se encontraba situado en unas casas de la actual calle de Toledo, pertenecientes a los herederos de Francisco de Vera, uno de los amos que tuvo nuestro santo. Actualmente queda dentro del 29
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