BCCCAP00000000000000000001377

reste, dentro de las murallas, junto a la parroquia de San Andrés . Eran cristianos mozárabes, de convicciones religiosas pro– fundas que supieron transmitir a su hijo 4 • Lope de Vega, uno de los mayores admi– radores de su paisano Isidro, nos ha dejado páginas hermosas de la vida del santo labra– dor. No son simples fantasías. Había leído todo lo escrito anteriormente sobre el santo; conocía las costumbres y el modo de vivir de los madrileños en centurias anteriores, y además tuvo acceso a la amplia documenta– ción recogida por el P. Domingo de Mendo– za, comisario pontificio para la beatificación de Isidro 5 • Nacimiento y niñez Nació en Madrid finalmente nuestro labrador divino, y aunque acá villano vino, volvió ilustre y excelente al trono del Uno y Trino ... No anduvo en juegos ningunos con muchachos importunos, ni juró como lo hacen, casi primero que nacen, el nombre de Dios, algunos. Crecía Isidro, y en él la virtud y el ejercicio; sin ofenderle este vicio, ni en el ser a Dios fiel, ni en las cosas de su oficio. Señor, enseñad mi fe, sed vos el maestro mío, enseñadme sólo vos, porque solamente en vos El Isidro, Canto I lo que he de saber confío ... La Niñez de S. Isidro, Acto 2° 20 Juventud A la hacienda que tenía iba Isidro cada día, oyendo misa primero, porque era Dios el lucero con que Isidro amanecía. Miraba las maravillas que el verde campo brotaba, y a Dios tantas gracias daba, que las aves por oíllas mudas entonces dejaba. El Isidro, Canto I En Torrelaguna Muerto Alfonso VI, Alí ben Yusub, rey de los Almorávides, creyó llegada la ocasión de incorporar nuevamente Toled:J al dominio mahometano. Cercó la ciudad: pero el ejér– cito castellano, a las órdenes de Álvar Fáñez Minaya, le forzó a la retirada. Se dirigió en– tonces el jefe árabe a la conquisca de Madrid. Los madrileños se defendieron con gran co– raje, «pero no pudiendo resisti::- tanto núme– ro de moros, al fin consiguió :!l rey Alí en– trarla por la fuerza... Sucedió este sitio de Madrid por los años de 1108». Muchos cristianos abandonaron la ciu– dad, huyendo hacia el norte. Uno de ellos fue Isidro, que se refugió en Torrelaguna. Allí se ajustó con un vecino de. pueblo como criado de labranza. «Hecho el concierto, co– menzó a labrar las tierras de su nuevo amo. Al poco tiempo se conoció las mejoras de la hacienda, luciendo maravillosamente en las hazas, heredades y ganados el trabajo y cui– dado del nuevo labrador». «Es Torrelaguna un pueblo de mucha nobleza, y de vecindad muy cristiana, donde hemos conocido siem– pre gente de notoria virtud. No faltaban tampoco en aquel tiempo semejantes perso– nas, que mirándose en San Isidro como en espejo, echaban de ver sus operaciones san– tas y ejemplares ... Por eso le amaban a por-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz