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Poco tiempo en Egipto , porque Herodes muere unos meses después del nacimiento de Jesús. Avisada de la muerte del tirano, la Sagrada Familia vuelve a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Texto evangélico: Mateo 2, 13-23. "Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, coge al Niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo. José se levan– tó, cogió al Niño y a su madre, de noche se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: Llamé a mi hijo, para que sa– liera de Egipto. Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y en sus alrededores; calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un grito se oye en Ramá; llanto y lamentos grandes: es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven. Muerto Herodes, el ángel del Señor se apa– reció en sueños a José en Egipto, y le dijo: Levántate, coge al Niño y a su madre y vuél– vete a Israel,· ya han muerto los que atenta– ban contra la vida del Niño. Se levantó, cogió al ,Niño y a su madre y volvió a Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tu– vo miedo de ir allá. Y avisado en sueños, se retiró a Galilea, y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dije– ron los profetas: que se llamaría nazareno". Jesús entre los Doctores Todo judío fervoroso tenía que subir al templo de Jerusalén tres veces al año para dar culto al Señor. Así lo prescribía la ley de Moisés. Sólo cuando se vivía tan lejos como en Nazaret (más de cien kilómetreos), se per- mitía hacerlo una sola vez, en la fiesta de Pascua. Esta obligación comenzaba a regir para los niños a los doce años. Era, por tanto, una fecha importante: suponía la entrada ofi– cial en la vida religiosa del pueblo, quedando obligado a los preceptos legales de fiestas, ayunos ... Terminados los actos en Jerusalén, la cara– vana se ponía en marcha y regresaba nueva– mente a Nazaret. Jesús , aprovechando el gran gentío que en esos días se juntabcé en la ciudad santa, se quedó en el templo. Como hombre, "estaba sujeto" a sus padres. Como Dios, proclama desde un principio su liber– tad soberana para realizar todas aquellas co– sas que entraban en su misión en este mun– do. En "estas c::>sas" no adrr_itirá injerencias de nadie. Cuando el apóstol Pedro intenta apa1tarle de su misión recibirá una recrimina– ción severa: "¡Quítate de mi vista, satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres" (Me 8, 31-33). A sus padres, que estaban al tanto de su misión por los acontecimientos de la Anunciación, les recuerda algo que ya debían saber: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tenía que estar en la casa de mi Padre? Y el evangelista añade algo sumamente aleccionador para nosotros: "Ellos no com– prendieron lo que les decía" . Como nos pasa a nosotros tantas veces. Tampoco nosotros comprendemos los planes de Dios en nues– tras vidas. La explicación nos la da el mismo Dios por el profeta: "Mis caminos no son vuestros caminos; mis planes no coinciden con vuestros planes" (Is 55, 8). María, aunque no comprendió, aceptó; meditaba los aconte– cimientos en su corazón. Nosotros, ¿acepta– mos o nos rebelamos? Texto evangélico: Lucas 2, 41-50. "Los padres de Jesús solí– an ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supie– ran sus padres. Éstos, creyendo que estaba 75

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