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se trata de un milagro. Es nuestra conciencia a la que llamamos voz y luz. Si hacemcs si– lencio en nuestro interior, oiremos esa voz, y la luz iluminará nuestra alma con deseos de bien, que son el ángel y la estrella que nos llevan a Dios. Nuestra actitud ante el recién nacido ha de ser la de los pastores y la de los magos: escuchar al ángel, aceptar la estrella y poner– nos en marcha hacia el Señor. Hay que dejar muchas cosas: comodidades, egoísmos, ca– prichos, compañías ... ; merece la pena. El en– cuentro con Dios es impresionante: llena de alegría y de paz la existencia. Los pastores, representantes del pueblo judío; y los magos, representantes de los de– más pueblos, encuentran a Jesús en el regazo de María. Parece clara la intención del evan– gelista: Todo el que encuentra al Jesús amén– tico, al de los evangelios, encuentra inevita– blemente junto a Él a su madre, a María. "A Jesús por María", afirma con vigor la f:Srmula clásica. Si María fue el camino libremente ele– gido por Jesús para venir a nosotros, no du– demos en acceder nosotros a Jesús por :ne– dio de María. Es camino que nunca falla. Texto evangélico: Mateo 2, 1-12. 'Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Enton-::;es, unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rtJ' de los judíos que ha nacido? Porque hemos iisto salir su estrella y venimos a adorarlo. Al en– terarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él,· convocó a los sumos pontí– fices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer elMesías. Ellos !e con– testaron: En Belén de Judá, porque as[ lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será elpastor de mi pueblo Israel. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: Id y averiguad cuidado– samente qué hay del niño y, cuando lo en- 74 contrézs, avisadme, para ir yo también a adorar:O. El!os, después de oír al rey, se pu– sieron e;i camino, y de pronto la estrella que habían viste salir comenzó a guiarlos hasta que vir.o a pararse encima de donde estaba el niño Al ver la estrella, se llenaron áe in– mensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño -:;on María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, ?e ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marchc;ron a su tierra por otro camino" Huida a Egipto, muerte de los ilwcentes y vuelta a Nazaret La ixesencia encarnada de Dios en el mundo, divide a los hombres. Junto a Cristo no se puede permanecer indiferente: O se le acepta e, se le combate. El pueblo creyente de Israel, representado por los pobres y senci– llos, lo recibe con alegría y con júbilo. Hero– des, el viejo tirano, famoso por sus crnnenes, decide Erminar con Él, y ordena la matanza de los niños de Belén y de sus alrededores. Des¡::ués de Herodes, ha seguido la perse– cución a muerte de Cristo y de los cristianos: los emperadores de Roma, y tantos y tantos tiranos ... har_ pretendido borrar del mapa el nombre cristLmo; pero los emperadores y ti– rémos p::::san, y Cristo sigue tan vivo como en la maña:1a de resurrección. Y los científicos que no logran "atrapar" a Dios con sus teles– copios e mic:-oscopios proclaman de vez en cuando ::.:_ue :::>ios ha muerto, que nunca ha existido .. _Todo inútil ¡Es ridícula la lucha del hombre :::ontra Dios! Avisado por el ángel del Señor, José pone a salvo c.l Niño y a la madre huyendo a Egipto. !laría tendrá que probar todo en su vida; hasta les sinsabores de la emigración. De esta manera, María se convierte en p2-tro– na de los emigrantes, de los deportados, de los que 1:-_nyer_ de la policía, de todos aquellos que a lo largo de la historia tienen que cruzar fronteras y alambradas con sus seres queridos de la man:::i y la angustia en el corazón.

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