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ficaba con otros prelaéos para la bendición, comisiones de las corporaciones provincia– les, municipales, artísticas, literarias y científi– cas, y el pueblo de Maérid que se hallaba po– seído de satisfacción". • Carta de Cubas Don Francisco Cubas, en una carta que di– rige a su amigo don Javier Fuentes y Ponte, enviándole los :Jlanos de la futura catedral de Madrid, explica las circunstancias que rodea– ron el ambicioso proyecto que ahora se po– nía en marcha. "Proclamad;;_ la República en España, des– truidos muchos templos y amenazados otros, nació en mí la idea de la necesidad y conve– niencia de erigir la catedral de Madrid: yo su– pongo que parecerá a usted fuera de lugar tal pensamiento, pero quizás no le parezca tan– to, si considera que en aquellcs momentos en que la religión era insultada en periódicos y en caricaturas, en clubs y reuniones, y hasta en los mismos templos, creía yo que tales ac– tos habían de levantar el espíritu religioso de nuestro pueble, y ninguna protesta más elo– cuente que sustituir con un grandioso templo las piedras que eran derribadas .. . A últimos del mes de julio de 1878, hallá– bame yo en San Sebas:~án, y vi en la Corres– pondencia de España, que se debía empezar inmediatamente un templo monumental a Nuestra SeñorG. de la Almudena; se hablaba de los mármoles y brcnces de que había de ser decorado, y se añadía que yo estaba en– cargado de la construcción. Debo aclarar, que ni yo había hablado con nadie de este asunto, ni nadie me había encargado pla– nos ... ; decíase que el rey me esperaba, y no sé cuántas cosas más. Todo lo ceí noticia de periódico desocupado Pocos días después recibí por el correo u::1 nombramiento del cardenal Moreno, de acuerdo con el rey, y la orden de regresar a Madrid. Mucho rato dudé si aceptaría o no tal en– cargo; recordé mi soñada catedral, recordé que era hijo de Madrid; a pesar de no ocultár– seme los disgustos, enemistades y gastos que se me ocasionarían, me puse en camino para 37. Estatua de Alfonso XII en el Retiro madrileño. Este rey colocó la primera piedra de la catedral de la Almudena el 4 de abril de 1883. la Corte el mismo día que recibí el nombra– miento. Con el oolvo del camino visité al car– denal Moreno, ~e expuse mis ideas diciéndo– le: Si esa iglesia la costea la diócesis, debe di– rigirla el arquitecto diocesano; si el rey, el arquitecto de palacio. Pero su eminencia me dijo: Ni uno ni otro, será por suscripción y el rey hará lo prir:.cipal, y el rey quiere que us– ted sea el arquitecto. Exigí al señor cardenal varias promesas para encargarme de los trabajos: Que la igle– sia había de ser muy grande y de carácter monumental; q 1 Je no aceptaría de su eminen– cia sueldo ni gratificación alguna por mitra– bajo; que no tendría parte alguna en la admi– nistración ... Fui llamado a El Escorial, y al día siguiente fui recibido por el rey, con el que tuve una entrevista de cuatro horas; en ella quedaron 49

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