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su hijo por intercesión de la Virgen de la Almudena. Este cuadro pasó posteriormente al convento de la calle Sacramento, y en 1941 al Museo del Prado. • Capillas Santa María fue lugar de ente::-ramiento de familia5 importantes que mandaron levantar aquí ses capillas funerarias; unas veces se añadían al cuerpo de :a iglesia; otras, refor– maban o transformaban el edificio. Las prin– cipales fueron las de los hermanos Alonso y Juan Vczmediano en el s. XVI. Esta última era la más impo1tante dedicada a Santa Ana, de traza plateresca, con altar, tribuna, bóvedas, sacristfa y un enterramiento para él y sus fa– miliare5. • Derribo de la iglesia de Santa María de laAlmudena El siglo XIX fue desastroso para las anti– guas ig_esias de Madrid. Bajo la dominación francesa, con el afán de organizar espacios abiertos y hacer plazas, se derriban las igle– sias de San Juan y San Miguel; la de Santiago se tira y se levanta una nueva; quedan muy deteriorados los conver:.tos de San Jerónimo y San Martín. Esta labor destructiva se conti– nuó a lo largo del siglo. La desamortización afectó sobre todo a los conventos, comple– tándose más tarde con la revolución de 1868, en la que el Ayuntamiento de Madrid decide demoler una serie de iglesias, organizando grandes vías de comunicación. Baje el pretexto de la regulación de la ca– lle Bailén y Mayor, haciendo línea con el pa– lacio de Abrantes -actualmente Instituto Italianc de Cultura-, se decide derribar la iglesia de Santa María para poder llevar a ca– bo la prolongación de la calle hasta la Cuesta de la vega y el enlace de la Bailén con el Viaducto, entonces en construcción. Esto ya estaba .mteriormente en el ánimo de varios urbani&as madrileños, entre ellos Mesonero Romanos, que lo había solicitado desde años atrás, como se puede ver en su ''Proyecto de Mejoras Generales de :\tladrid", presentado en el Ayuntamiento en 1846. Ante el acuerdo del Ayuntamiento de la demolición, se levantan grandes protestas del clero y de los fieles, lo cual se refleja en la prensa. A pesar de ello, el 26 de octubre de 1868 se dice la última misa, se canta la Salve de despedida, "interrumpiéndose muchas ve– ces con los sollozos, los suspiros y el llanto de los que asistieron a tan triste cuanto impo– nente acto"; se cierra la iglesia, y se lleva la imagen de Nuestra Señora al convento de monjas Bernardas. Inmediatamente comenzó la demolición que acabó con la iglesia y la plazuela. El solar que quedó, parte lo ocupa la calle Mayor, y el resto se vendió a Carlos Prats al que se concedió licencia de construcción el 28 de diciembre de 1874, construyendo una manzana de casa trapezoidales que aún exis– ten hoy, de cuatro pisos con balcones, y mi– radores en el óaflán que hace con la calle de Bailén. Corresponden al número 88 de Mayor; 19 y 20 de Bailén, y la calle de la Almudena. • Elporqué del derribo Son varias las razones que se aliaron: La necesidad de ordenar los alrededores del Palacio Real, en situación lastimosa; la puesta en práctica del Plan de alineaciones urbanas aprobadas en estos años en Madrid; y sobre todo, el espíritu reformista y revolucionario de la época, partidario de cortar por lo sano y sin remordimiento alguno. Enmarcado debidamente en su contexto histórico, tal vez se pueda entender por qué se llevó a cabo tan alegremente el derribo. El sexenio q·Je va de 1868 a 1874 es uno de los más agitados que se recuerda en España. En este corto período se suceden: un destronamiento, el de Isabel II, a raíz de la re– volución de septiembre; el régimen provisio– nal de Serrano y Pi, y la regencia de Amadeo Aosta, que instaura una monarquía democrá– tica. Su abdicación en 1873; una república fe– deral, la que presidió Pi y Margall; una repú– blica unitaria, la que intentó Castelar; tres guerras civiles al mismo tiempo: carlista, can– tonalista y cubana; un nuevo régimen provi- 45

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