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IV. IGLESIA Y CATEDRAL DE SANTA MARÍA DE LA ALMUDENA Iglesia • La primera en Madrid Es difícil imaginarse la existencia de igle– sias en Madrid en la época romana (siglos 1- IV), por lo insignificante del villorrio madrile– ño, y por las persecuciones desencadenadas por los emperadores a__;11tra los cristianos. ¿Se construyeron las de Santa María y Atocha en el período visigótico (s:.glos V-v111)? Durante el período musulmán (siglos VIII-XI) se con– vertirían en mezquitas, \--olviendo a ser iglesias después de la reconquis.::a cristiana (1085). La iglesia de Santa María era la parroquia de la zona militar, situada en la almudena, así como la del Salvador era la principal de la zo– na civil o medina, correspondiendo las de– más a los distintos barrios, y las de los arraba– les serían las iglesias de los cristianos mozára– bes. En un principio Eólo se consagrarían; más tarde, aprovechando parte de sus muros y materiales, se levantarían de nuevo por ala– rifes mudéjares, que seguían la técnica tole– dana, pero mezclándose con otros estilos, in– fluencia de los repobladores castellanos y leoneses que se asient:m en Madrid por es– tos siglos. A través de las notic:as literarias y gráficas, tan importantes como el plano de Texeira de 1656 y el de Espinosa de 1769, podemos sa– ber que eran iglesias de una o tres naves, te- niendo algunas un corral o patio delante, que servía de cementerio. Los muros eran de mampostería con hiladas de ladrillo, al igual que sus modelos toledanos, así como las to– rres de las que nos han quedado dos magní– ficos ejemplos en San Pedro y en San Nicolás. El tipo de cubierta e:-a la techumbre de madera. La primera iglesia que conocemos en Madrid, estaba dedicada a Srnta María, y se ubicaba al final de la calle M:ayor, frente al Palacio de Uceda (actualmente Capitanía General). Construida probablemente en el período visigótico, es transformada en mez– quita al ser conquistado Mac.rid por los ára– bes. Después de la reconquista de Alfonso VI pasa a ser nuevamente templo cristiano . Alfonso VI y Afonso VIII enriquecen la igle– sia con lámparas, ornamentes y vasos sagra– dos; y Alfonso X el Sabio concede privilegios en favor de sus clérigos, que fueron confir– mados por los reyes que le sJcedieron hasta JuanII. A este período de esplendor, sucede una época de decadencia en el rnlto y en los re– cursos materiales. La iglesia es declarada en ruinas; la imagen de la patrona corre riesgo y es trasladada del altar mayor :i una capilla in– mediata a la sacristía. Timoteo Domingo sitúa en este tiempo el siguiente relato lleno de ingenuidad y temu- 41

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