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ha pretendido darnos un estudio del desnudo en pequeñas parcelas: cuello y brazo en el primero, brazo y torso en el segundo, añadiendo en el tercero la pierna ... Este tercero es el único que se contempla de cuerpo entero y cubierto con un airoso manto coloris– ta. Su ala izquierda es un canto a la pincelada y al ritmo. Angel adolescente, da la sensación que está mirando el efecto que causa su belleza al especta– dor. El círculo se cierra con un cuarto ángel en extraña postura y aspecto sonriente. Todo el conjunto destaca por la brillantez del colorido, un poema en el que le. supremacía del color pri– ma sobre e~ lenguaje de las figuras. Destacable el estudio de las telas. Al sLntuoso manto del rey dan réplica las ricas telas y colores de los mantos angélicos. Sa::1 Fernando, con la espada en su mano derecta y los ojos en la altura, sostiene con firmeza el símbolo de un trono, convertido en la más exigente prenda de la propia santidad. En resumen, un buen cuadro, aunque no tan bueno como podía esperarse de su autor. NUESTRA SENORA DEL CONSUELO Anónimo. S. XVI. Alonso del Arco. 1693 Cuadro pintado al óleo sobre tela de 2/34 de alto por 1/80 de ancho. La parte que corresponde a Alonso del Arco está fechada en 169 3. Nuestra Señora del Consuelo puede datarse de mediados del s. XVI. Pintura bien conservada y de brillante colorido. El tema es doble, religioso e histórico descriptivo. La composición está dividida en dos zonas claramente definidas. El centro de atención lo ocupan las dos figuras principales: La Virgen con el Niño y Felipe 111. Una composición de marca– do sentido diagonal. Nuestra Señora del Consuelo posee llamativa iconografía, el Niño descansa 86 sobre el brazo derecho, lo que no es normal. Son dos figuras de gran ternura y sen :illez, cercanas al arte miniaturis– ta. Los restantes personajes son la apor– tación de Alonso del Arco, que quiere recoger la historia que en el medallón se relata. Es raro en la pintura española que un rey aparezca de rodillas. La minuci,:lsidad con que está tra– tada la armadura real, habla de una de las cLalidades más destacadas del pin– tor. Felipe III sobresale por la delica– deza de ses facciones, su elegante senciLez y la finura de sus líneas. De los cuatro ángeles que aparecen, tres nos presentan la mano derecha y

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