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DIVINA PASTORA La figura del Divino Pastor es tradi– cional en el arte cristiano. La Divina Pastora también lo es en las iglesias capuchinas desde 1703. La que contem– plarnos aquí lleva en esta iglesia de capuchinos desde 1940. Corno se puede observar es un conjunto piramidal, cuyo vértice arran– ca de la cabeza de María hasta alcanzar la anchura máxima en la base. Una escultura de bulto que viste típica pellica pastoril, recogida en la cintura. Pelo negro abundante que cae sobre sus hombros. La cabeza va tocada con un sombrero de paja, que qmta gracia a su bello rostro. 82 Eduardo Bellver Oj:::>s de cristal. Boca diminuta que esboza una sonrisa de complacencia que permite ver sus blancos dientes. El cayado pastoril desmontable, co– mo el sombrero, da nuevo tono al idílico cuadro que se completa con el Niño, sentado sobre la rodilla derecha de la madre y en infantil postura de cornenicarse con una de las tres ovejas que cierran la escena campestre. El fondo de pintura es reciente; está realizado en 1978, obra de Vicente Castel, y proporciona un fondo paisajís– tico a todo el conjunto .
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