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CRISTO 'l ACENTE Gregorio Fernández (1605) Si buscas arte, búscalo en grado sumo. Si quiees comprender esta escul– tura acércate a ella con fe y con amor, como lo hizo su autor. Sin estas disposi– ciones la ima;;:en te ocultará su signifi– cado y su bell~za. Es una talla en madera de pino, veraz y atray~nte, de sólo 1/55 de lar– go. A Cristo ya le habían bajado de la Cruz. La crucifixión supuso dolor y crueldad. Cor:templa su rostro, manos, rodillas... todo es sangre. El escultor puso en ella cuanto podían poner la fe y la maestr~a. Es un estudio sincero del natural. Los efectos, profundamente sentidos, son principios fundamentales del arte clásico que comunican perceptible belleza. Es un Cristo clásico y romántico. Clásico por :m conocimiento de la anatomía. Romántico por su conmove– dora expresién y dramatismo. Está modelado en absoluto reposo, sin exageraciones :ie movimientos, espontá– neo, sin afect2.ciones. Cristo esti desnudo sobre una sábana de quebrados pliegues, apoyada cabeza y espalda, sobre almohadón. Es un alto relieve en el que el cuerpo cae por su propio peso. Abierta una mano, semicerrada, sin crispaciones, la otra. Ligeramente flexionada la rodilla. Toda la figura está ligeramente vuelta hacia el lado derecho . La policro– mía realizad:::_ con el mejor arte, da perfume de verdad. Nadie le ha quitado la vida, la ha dado porque ama:Ja. Ahora reposa tranquilo y te invita al sosiego. "Delante de esta imagen, decía Benlliure, se pone uno de rodi– llas sin querer". La expresión dolorida de su ros::ro parece serenarse en la paz de la muerte. La cabeza es la creación naturalista del genio, centrada en dos partes: los ojos y la boca. Ojos de cristal, entreabiertos, que nos hablan de muerte y de vida. Vida que nos está mirando, y muerte que habla de amor redentor. Están muertos sus ojos. La sangre cae sobre ellos y no se cierran. Están vivos y nos interrogan el por qué de tanto odio humano que engendra dolor. En su cabeza hay dolor, porque en su ceja izquierda se clavó una espina que es manantial de sangre que va a coagularse en la punta de la nariz. Boca entreabierta, profunda, patéti– ca. Ennegrecida por la ansiedad. Los dientes de marfil ppi;:i,~n nota de inocen– cia y de blancura en el entorno negro de boca, barbay cabellos. Cabellos abundantes que caen en estudiado desorden. Artificio en su estudio, maestría barroca. Barba parti– da en dos mitades simétricas. Hay en esta cabeza un clarosct.:ro magnífico que produce, realza la belle– za y avalora el mérito de la escultura y del genio. Ante ella sólo puedo repetirte la invitación inicial: "TENTE PEREGRINO". 81
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