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dra de granito apomazado, por estar en malas condiciones la piedra anterior y resultar su restauración muy costosa. La pintura en dos tonos, resalta las molduras y entrecalles. También fue renovada su parte exterior, sobre todo su cubierta. Esta se hizo nueva, con estructura de hierro, tablero de rasilla, capa de comprensión y tela asfáltica. El cu pulín que corona la cubierta va forrado con láminas de plomo. Las cuatro ventanas del mis mo llevan, en sus vidrieras, motivos de la pasión. En cuanto a la urna del Santísimo Cristo se creyó conveniente no tocarla. Guardaba proporción estética con la capilla y su construcción era muy deli– cada. Era una obra de arte y conve– nía hacerla resaltar escogiendo en con– sonancia los mármoles apropiados. Se seleccionaron mármoles de tres tipos: rosa levante para los zócalos; marquina para los rodapiés y blanco italiano para los suelos. Por lo reducido del espacio y para dar facilidad al público, se construyeron dos escaleras quebradas, terminando ambas en U!1a. plataforma sobre la que descansa la urna y desde la que se puede contem– plar la imagen desde tres de sus cuatro lados. El altar ha sido separado de la plata– forma para adecuarse a las normas litúrgicas. Todo el conjunto es de materiales sobrios y con ellos hace juego la ilumi– nación indirecta, lográndose un espacio favorable al recogimiento y oración. lMilagro? A comienzos de la década del cin– cuenta vivía en este seminario el enton- 78 ces nmo Luis Estrada, fallecido recien– temente. Llevaba varios días en cama. Se avisó al Dr. D. José Iveas, médico de cabecera, que en un primer examen no apreció naé.a grave. El enfermo se agra– va por momentos declarándose una per~tonitis aguda y el Doctor ordena la hospitalización urgente. Se le lleva al Hospital de la Princesa que gozaba entonces de justa fama por la calidad de sus médicos, entre los que se encon– traba el Dr. Torner que se hizo cargo del enferme. Le reconoce y le lleva de urgencia al quirófano donde le practica una Laparatomía. Descubre una peritoni– tis generalizada de pronóstico gravísi– ·mo. El enfermo se encontraba ya in– comciente, comatoso y con fiebre muy elevada. K Dr. Torner dice a uno de los profesores que le acompañaba que le ce los sacramentos pues su estado es irreversible. Nada se podía hacer. La muerte ocurriría en breves horas. Se despide a las diez de la noche con la seguridad de que a la mañana siguien– te L'Jis Estrada sería ya cadáver. Al día siguiente, cuando el Dr. regresa al h-:Jspital se encuentra con un religioso al que da el pésame. ''Doctor, no ha muerto, parece que ha mejorado bastante" . Así lo comprueba él perso– nalmente. ''Aquí se ha realizado algo mist-=rioso, no lo comprendo". ¿Qué ha:::>Ía pasado? Al ser hospita– lizado Luis Estrada, el P. Director del SeminaLo, P. Calixto de Escalante, inició con todos los seminaristas una novena al Santísimo Cristo pidiendo la curación de su alumno. ¿Fue un milagro del Santo Cristo? Así lo cre– yero::1 los médicos y las monjas que le atendieron.

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