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X EL CRISTO DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAKíOLA El convento de El Pardo fue incorpo– rado a la Provincia Religiosa Capuchina de Castilla, en 1907. A partir de este momento ncs encontramos con una gran laguna documental. Las razones son claras. El Patrimonio deja todas las obras en manos de los religiosos y como consecuencia no quedan ya consignadas en el Archivo General de Palacio . Los acontecimientos fueron recogidos en las crónicas conventuales, pero éstas, desgraciadamente para nues– tra historia, desaparecieron durante la guerra civil de 19 36. Un testigo de excepción. A partir de esta fecha contamos con la ayuda inap::eciable de un testigo, el P. Teófilo de Gusendos, que ha presenciado casi de forma ininterrum– pida, la historia conventual desde 1912 hasta hoy. Dos amores han sido siempre fieles a esta Imagen: el de la Familia Real y el de los vecinos de El Pardo. El amor de la Familia Real queda consignado en múltiples visitas perso– nales. Cuando Alfonso XIII se vio obligado el 14 de abril a abandonar su trono, no quiso salir de su patria sin decir el último adiós al Cristo de El Pardo. El día antes de su partida, con el dolor reflejado en su rostro, y con la sol,1 presencia de su chófer, que fue el que se lo refirió después a los religiosos, se llegó a contar sus penas a la Sagrada Imagen, y confor– tado y más sereno volvió a Madrid para enfrentarse con el destino que le aguardaba. No ha sido la única vez que esta Imagen recibió confidencias de tristes despedidas de importantes personajes de la política española. Gracias a "los milicianos" de El Pardo. La devoción del pueblo de El Pardo se puso de manifiesto, con los luctuo– sos acontecimientos de 1936. En esta fecha las milicias invadieron el conven– to dejando a su paso la destrucción de bellas y valiosas imágenes como las de "Nuestra Señora de la Paz", "La Virgen del Torneo" y un magnífico crucifijo que presidía el coro ... la mis– ma suerte pudiera haber corrido la imagen del Santo Cristo sin la protec- 57