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A partir de este año la Imagen iba a conocer un continuo crescendo única– mente detenido por un breve período de tres años, pero esto ya pertene-::e a otra historia. Los Capuchinos vuelven a custodiar la imagen. Los Capuchinos, aunque lejos de este lugar, siempre suspiraron por retornar para poder cumplir la misién que un día ya lejano les encargara Felipe 111. El año 1896 sería la fecha clave en la que se reiniciaría, casi de forma definitiva, las aspiraciones reales y conventuales. El acto de entrega del edificio terminaba precisamente hacién– dose "cargo el Reverendísimo Pad::-e de las llaves de la urna del Santísirr:o Cristo y cepillos de limosnas del mis- " ( 68) mo Los religiosos Capuchinos volvían a ser fieles custodios de una devoción ya multisecular y a vivir en contacto diario con esta imagen, en la qLe cifraban todas sus esperanzas de perma- nenc1a: "Con vuestra providencia y nuestra fe, mantendremos esta casa en pie", se veía escrito en una de las paredes de su capilla. En el inventario que se hizo de todas las cosas entregadas a los reli– giosos, destaca lo referente a la capi– lla del Santo Cristo en la que podía verse "una urna de cuatro frentes de madera tallada y dorada con sus cris– tales fijos y enteros en los costados y los de los frentes de dos piezas cada uno rematado por una cruz en forma de custodia con varios ángeles al lado agrupados alrededor. En el centro se encuentra la efigie del Santísimo Cristo en el sepulcro, que es una talla de m.1cho mérito. Las colgaduras interiores y exterio– res son de terciopelo carmesí con estrellas doradas y flecos" < 69 >. La nueva etapa que con este inventa– rio se reemprendía iba a conocer muchos días de esplendor. Los medios de locomoción modernos, contribuirían pode::-osamente a alejar aquel apelati– vo de "desierto", para convertirlo en centro multitudinario. Vista de Madrid desde El Pardo.
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