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al valor artístico concluyendo que no debe quedar en El Pardo para evitar las romerías e.el 1 y 15 de noviembre, "que causaba.:1 disgustos y desgracias y no pocos perjuicios al monte. Estas funciones si sigue aquí volverán a repetirse, ni bastará prevenir que no se hagan, pues el señor cura que es o fuere de la parroquia, creerá muy pro– pio de su ministerio el promover el culto de tan celebrada imagen, porque además de es::o se aumentan conocida– mente la retribución o limosna, que los fieles prodigan en estas ocasiones" ( 5 o). Este infocne parece que revalorizó a la imagen ante la Casa Real, que quiso tenerla entre ~-..1s tesoros artísticos. El 8 de noviembre de 1836, se f.xmula la o::-den pertinente para que el Santo Cristo retorne al lugar que había sido su primera mansión madri– leña: el Palá::io Real. El traslado fue verificado el 26 del mismo mes, previa autorización del Señor Patriarca de las Indias._ Por segunJa vez, en lo que iba de siglo, la imagen se veía obligada a abandonar su ermita del monte de El Pardo, de una forma silenciosa, como si sintiese el dolor del desterrado que no c.dmite el consuelo de una alegre despedida. El 3 de ::liciembre se comunica al Sr. Patriar,ca que la Sagrada Imagen ha sido "cecE::ntemente colocada y dispuesta para que se dé a su Divina Magestad el nlto debido" < 50 ) Hay algo en esta comunicación que =-ios llama la atención. Conocemos por Dtros documentos que el lugar que xupó la Im.:gen no fue la capilla real, sino la sacri~::ía. No nos cabe la menor duda de que una sacristía es un lugar decente, pero no es el lugar más apro– piado para dar a una famosa efigie el "culto debido". El preceptor de la Real Capilla hizo todo lo que estaba a su alcance, pero poco o nada debió conseguir ya que a sus nuevos guardianes lo único que les interesaba era el valor artístico de la obra, no su valor devocional. Los devotos del Santísimo Cristo, que ya eran muy numerosos inclt.:so dentro de Palacio, no estaban dispues– tos a consentir que el Cristo estuviese oculto y lograron que la imagen tuviera una corta estancia en su nueva resi– dencia palaciega. El Santísimo Cristo en el Buen Reitro. El 24 de enero de 1837, el Santo Cristo vuelve a ser protagonista de su propia historia. Una nueva orden comunica que hay que trasladar la Imagen del Santo Cristo de El Pardo a la iglesia del Buen Retiro. ¿Qué se pretendía con este nuevo traslado? Fundamentalmente dos cosas: Primera, que la Imagen tuviera el culto que merecía y que era pedido por sus devotos. Segunda, que estu– viera bajo el dominio del Patrimonio Real ya que el Buen Retiro era de su pertenencia. Estas dos razones movieron a la Reina Gobernadora a "resolver que la venerable Imagen del Santísimo Cristo que se hallaba en la Sacristía de la Real Capilla, sea trasladada a la Iglesia Parroquial del Buen Retiro para que en ella se la dé el culto debido" (St). La Orden es dada al Sr. D. F:-an– c1sco de Cáceres, posiblemente un 43

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