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VI EL SANTO CRISTO ESTRENA CAPILLA Lógicamente hemos de pensar que después del sermón escuchado po::– Fernando VII, el rey quedaría impresio– nado y al mismo tiempo agradecido a esta Imagen a la que según el predica– dor debía la vida. Pronto se iba a poner de manifiesto. En el Archivo General de Palacio te– rnos encontrado los planos de la nueva capilla que en honor del Santo Cristo mandó levantar Fernando VII a st: arquitecto Don Isidro Velázq:1ez. L:Js planos por él presentados fueron apro– bados y el 7 de abril de 18 32 se inicia– ban unas obras que en realidad ne concluirían prácticamente hasta nues– tros días. En 18 30 hubo un intento de trar:.s– formar a fondo la capilla, pero no prosperó debido posiblemente a una falta de coordinación entre el conven– to y el Patrimonio Real y sobre todo a falta de medios económicos. Los tiempos que corrían eran realmen-::e catastróficos para la Hacienda Real que no podía verse gravada con nuevos gastos. La Guerra de la Independencia primero, y el levantamiento de las colo– nias americanas después, habían dejacio exhausto el erario real. Los ciento noventa y dos mil setecientos treinta reales, en que estaba tasada la obra, pesaban como losa en el ánimo del rey que muy a pesar suyo se vio obligado a "mandar se difiera esta obra a otra 34 época de menos estrechez, que tendrá lugar cuando terminada alguna de las empresas comenzadas puedan aplicarse a otro objeto los fondos que se :nvier– ten en ella" ( 44 )_ Esta orden de suspen– sión estaba firmada el 9 de octubre de 1830. Enterado el P. Buenaventura del Cañaveral, envió por su cuenta una detallada exposición en la que hacía presente a_ rey que simplificando el proyecto la obra sería mucho menos costosa. Orden del Rey: "que esa obra se construya". Fuera por este memorial o porque la situación económica había mejorado,· el Rey envió el 3 de febrero de 1832, un sencillo billete escrito de su puño y letra en e_ que sencillamente decía: "Pase a Veldrof para que esta obra se construya después de acabar la de Atocha" ( 45 )_ El Sr. Veldrof, aposentador mayor del Real Palacio, que conocía el interés del F. Cañaveral, le pasó la anterior notificación, que inmediatamente fue transmitida al Guardián de El Pardo. Las diligencias cronísticas del P. José de Villalba, que regía la comunidad en estos años, nos permiten seguir con toda como :iidad todo el proceso de las obras.
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