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Piedra que recuerda el milagro del arriero (años 1.714-1.807) Doña María Luisa de Borbón (hoy dignísima Reina de España), asistió por muchos días a unas rogativas a este Santísimo Cristo, por la salud del infante Don Fernando, hoy príncipe :le Asturias, en ocasión de hallarse grave– mente enfermo; la ternura con q·.1e pedía a los religiosos que rogasen a Dios por su salud, y lo agradecida que quedó por haber alcanzado éel Señor, lo que pedía" ( 3 o)_ En la última década del siglo XVCI, el cronista relata nuevas obras, sin es¡::e– cificarnos en qué consistieron. Deduci– mos que fueron de importancia, ya que la imagen hubo de ser trasladada a otra capilla. Las obras finalizaron el 31 de agosto de 1791, fecha en la que el Santísimo Cristo volvía a su capilla. En 1794, siendo Guardián del convento el P. Fr. José de Portil~o ''se blanqueó la capilla y también ~o de afuera. Se hizo mesa de altar y :'.l adorno que está encima de la urna ccn dos niños .. . y se puso el cristal nuevo de una pieza que dio la Señora Duquesa de Abrantos" < 31 ) _ Toda reforma llevaba siempre como compañía inseparable una solemne fie:,– ta con dos elementos imprescindibles: misa y sermón. En esta ocasión conoce– mos los nombres de los dos religiosos encargados de Estos actos. El sermón fue predicado por el "P. Fr. Antonó de Bernardos y dijo la misa el Reve- 26 rendo Definidor Fr. Pablo de Conca" (32). Con esta noticia concluye el siglo XVIII, durante el cual adquirió nayor devo -:ión en el sentir popular la Sagrada Imagen, contribuyendo a ello aconte– cimientos como el siguiente. EI arriero arrepentido. Estando el P. José de Espinosa enseñando la bella imagen a unos arrier-::>s, uno de ellos que llevaba veinte años sin confesarse, se sintió de repente arrepentido y allí mismo pidió confe– sión . Cree el citado religioso que no es el momento oportuno y aconseja una preparación más amplia. Despide a los arrieros y cuando vuelve a correr la cortina del altar del Santo Cristo advierte que la imagen le da la espalda . Comprende el sentido del prodigio y sale en busca de los arrieros a lo~ que encuentra en la curva de la cuesta y allí mismo confiesa al arriero que aquella misma noche rendía su vida a Dios. El hecho tuvo lugar entre 1774- 1807, fechas entre las cuales se hizo el camino y se publicó el aconteci– mient::>. En recuerdo de él se mantiene una piedra, posible peana de una cruz conmemorativa del supuesto milagro.
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