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ta:nente habla~do, no lo es . Es un alto re_1eve. 3 .ª Nuestro:; cronistas e historiado– res están de acuerdo para ofrecer unas fe:::has y un2,:; motivaciones. Hemos ccnstatado reit'=radamente su veracidad histórica . ¿Que motivos podían aducir aquí para darnos unas fechas inexactas? (No se juzga en esta ocasión "a poste– riori" influenc:ados por la idea de que el Cristo de El Pardo es una obra m1estra y que. por tanto, tendría que ser obra de m~durez? Creemos que sí. Pero podemos también afirmar que un artista a la edad de 29 años, los que GI"egorio Fernández contaría cuando re1lizó la obra, ya puede ser considera– do como un artista maduro. Además, · si consideramos que el er..cargo era ce "mandato real", el artista se exig:ría una perfección que no cuidaría en otras de sus obras con– temporáneas. Todos estos razonamientos nos lle– van a concluir que se debe mantener Deté!ile de /5 llaga del costado. la fecha de 1605, como la verdadera, para la realización de esta maravillosa talla y sus motivos el nacimien:o de Felipe IV en un Viernes Santo. ¿Existió capilla propia para esta imagen? Así lo afirman nuestros cronis– tas y así lo recoge el P. Anguiano cuando habla de la venida del San-::o Cristo a este convento: "Mandó se traxese a él (convento) y se colocase en una de las capillas de la Iglesia, como se hizo" ( 7 ). En el Archivo General de Palacio hemos encontrado documentos que hablan de la existencia de una capilla obra del maestro de albañilería, Pedro Rodríguez del Corral a quien se paga– ron "dos mil reales a buena cuenta de lo que montase el hacer a toda costa la obra que S. M. ha mandado se haga en agrandar la Iglesia de Nuestra Seño– ra de los Angeles de capuchines del Pardo y CAPILLA DEL CRISTO EN ELLA »(s)_
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