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Invitación a caminar. Cuando iniciamos la apasionante aventura de estudiar las fuentes de la fundación del convento y su relación con el entorno vital, juzgamos que por su valor artístico, por su fuerza de atracción y sobre todo por belleza, la imagen del Santo Cristo bien merecía una "historia" propia. Desde marzo de 1615, esta sagrada imagen ha seguido todas las vicisitu– des conventuales. Ha tenido días de triunfo y de olvido, días de aclamacio– nes y de silencio, pero siempre "el Cristo de El Pardo" ha sido protago– nista de su propia historia y de la del convento. Vivir junto a su imagen, es sentir el gozo de ver cómo miles de personas de toda clase y condición, suben a esta colina para admirar· y rezar. Si Felipe III hizo donación de ella a los Capuchi– nos para que recibiera el culto que merecía, el piadoso monarca puede des– cansar tranquilo. Su Cristo recibe el tributo de miles de devotos que día a día, a pie o en coche, buscan la pro– tección de Dios. ¿cómo iniciar su historia? Nada más apropiado que los versos que recibieron en su capilla a los peregrinos en décadas anteriores: 10 "Aqut' el cadáver de Jesús Sagrado Exhausto yace: tente peregrino; humíllate, y en rostro tan divino ve fiuir sangre, que espinas han sacado. Con cruel lanza abierto su costado, de sangre y agua manantial es fino . Manos y pies, con que al mundo vino agudos clavos han ya traspasado . Contempla, en fin, el cuerpo inocen– te he,:;ho una llaga, que el furor termina. ¿Quieres saber lo que tan fuerte- mente a este Señor a padecer inclina? Del humano linaje delincuente EL AMOR es: iProsigue ya y cami- '" na . . A ::aminar te invito al encuentro de una oaravilla histórico-artística que ilu– mina y da vida a un pueblo y a un convento que durante muchos años tu– vo escrito er. sus paredes: 'Tu provi– dencia y nuestra fe, mantendrán esta casa en pie".

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