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2 tNTRODUOCIÓN HISTÓRICA el nombramiento de comisiones en las residencias de todos los Gobiernos provinciales, con el fin de que se ocupasen de una subscripción religiosa para el sostenimiento de una diputación nacional ante la S. Sede, la cual se había resuelto enviar a toda costa (1). Por fin, el Congreso do Angostura reunido por Bolívar en 1819 resolvió que la misión diplómatica, confiada al General ,José María Vergare y a Dn. Fernando Peñalver, que debía partir para Inglaterra, abriera directa connnicación con la Santa Sede a fin de obtener la preconización de los Obispos para las Sedes vacantes, para lo cual el Presidente del Congreso Dr. Juan G,wmán Roscio dió a la misión las instrucc~ones correspondientes. La comisión diplomática, después de ri::> haber obtenido éxito en la capital Inglesa, dirigió al S. Padre, por conducto del Nun– cio de París Monseñor Mach'., un informe fechado en Londres el 20 de Mayo de 1820. Documento que en aquellas circunstancias no obtuvo ningún éxito (2). Luego el mismo Congreso de Angost:ira, que había unido en uno solo los dos Estados de Colombia y Venezuela, nombró como su Ministro Plenipotenciario en Europa a Dn. Francisco Antonio Zea, a quien se le dieron además instrucciones para que tratara el problema eclesiástico y obtuviera del Santo Padre que enviara un Nuncio o delegado Apostólico. Zea hubiera po– dido hacer algo aprovechando los acontecimientos surgidos de la Revolución de Riego en E~paña, cuando las Cortes Españolas dieron disposiciones contra los derechos de la Iglesia; pero no fué así, sino que se limitó a enviar desde Londres una circular al Nuncio de París sobre la política internacional del país (3). La situación de la Santa Sede ante el problema americano era delicadísima, pues no podía poner remedio a las peticiones hechas por los nuevos Gobiernos sin que se resintieran las rela– ciones con Madrid y sin herir los méritos y privilegios del Rey Católico. Por todos estos motivos los repre-ientantes diplomáticos de la Nueva Granada no fueron reconocidos por la Corte Pon– tificia, come se deduce de una carta del Cardenal Consalvi, (1) RrvAs, ob. cit., t. I, p. 352-358. (2) Cf. PEDRO LETURIA, S. J., La Acción Diplomdtica de Bolívar y Pío Vll, p. 95-101, en donde se encuentra el texto de este documento. (3) R1VAs, ob. cit., p. 357-358; LETURIA, ob. cit., :¡:< 105.
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