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-82 - como una censura contra los honores que el pueblo la tribu– taba; con este motivo determinó desembarazarse definitiva– mente de tan importuno predicador de moral. Refiere el his– toriador eclesiástico Sócrates que Crisóstomo, en un sermón, predicado en la festividad de San Juan Bautista, había dejado escapar de sus labios: •Y rabia y se enfurece de nuevo Hero– días, ya danza otra vez y desea que le lleven en un plato la cabeza de Juan •; y es cierto que con estas palabras empieza uno de los sermones para dicha festividad, conservado entre sus obras, pero este sermón no es aú ~entico, y quizás fué fal– sificado ya por algunos de sus contemporáneos. Un nuevo sí– nodo le depuso bajo el petexto de que el c~non 12 del síno– de Antioquía (341) ordena que el obispo que hubiera sido de– puesto por un sínodo, no puede volver a ejercer sus funcio– nes, sino mediante la sentencia favorable de otro sínodo. El t mperador le invitó a dejar su dignidad episcopal, y como no hiciera caso de su invitación, fué condenado a no salir de su ' casa. El día del Sábado Santo del 404 quiso Juan administrar el Bautismo en la Catedral a los catecúmenos, que aquel año eran en número de 3.000, pero fué impedido por la fuerza de las armas, con lo cual se tiñó en sangre el agua•bautismal. En la Pascua de Pentecostés del mismo año, el emperador le mandó salir de la ciudad, a lo cual se avino para evitar un tu– multo popular; así pues, entre ataques de fiebre y muchas et-as mol1::stias, fué llevado a Cucuso de la Armenia Menor, «el lugar más desierto de toda la tierra habitada •, hallando allí una amigable acogida por parte del obispo y del prefecto ce la cuidad. En Constantinopla eran perseguidos sus parti– darios, a los cuales se llamaba j uanistas, porque no querían t~ner relación de ni nguna clase con el patriarca que ocupaba el lugar de Cr;sóstomo. El mismo papa Inocencio I y todo el Occidente estaban a favor de Cri~óstomo, de tal manera, que ~or cierto espacio de tiempo, quedó interrumpida la comuni– (ación con la Iglesia de Constantinopla. La emperatriz Eudo– x:a murió el mismo año 404. Crisóstomo, a pesar de verse rodeado de tantas tribulacio– ms, s empre tenía frases de cunsuelo para sus amigos, a los cuales escribía tiernas cartas, siendo su máxima fundamental: •Nadie es feliz sino el que quiere serlo • Sus enemigos esta– ban irritados porque «la Iglesia de Antioquía iba en peregrina– ción hacia Armenia •, para ver y oír a su antiguo y célebre

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