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antes de su muerte, sobre quién debía ser su sucesor, respo11-– d'ó: «Juan, si no lo hubiesen ganado para sí los cristianos. • Como los otros Padres de la Iglesia del siglo IV, recibió Juan el bautismo siendo ya de edad madura. Fué primeramente abogado, pero se dedicó bien pronto y únicamente a la vida ascética y al estudio de la Sagrada Escritura, aunque sin ale– járse de la casa paterna mientras vivió su madre, conforme a los deseos de ésta; después se retiró a habitar en compañía de · los monjes en un montecito vecino a la ciudad, donde vivió con Teodoreto, más tarde obispo de Ciro, bajo la dirección de Diodoro de Tarso. Su falta de salud le obligó, al cabo de seis años de retiro, a regrtsar a la ciudad. El año 381 se hizo or– denar de diácono por el obispo Melecio, y cin~o años des– pués, de presbítero por Flaviano, sucesor de aquél, tomando desde entonces a su cargo la predicación de la divina palabra en la catedral o femplum aureum, lo cual ejecutó por espa– cio de doce años, adquiriendo fama universal de excelen– te orador y componiendo en ese transcurso de fü mpo la mayor parte de sus obras. ~u elocuencia brilló de una manera especial el año 387 al estallar en la ciudad, con motivo de la imposición de un nuevo tributo, un motín, en el cual fueron derribadas y hechas añicos las estatuas del emperador y la emperatriz. Mientras los antioquenos, en número de casi la mitad, andaban fuera de la ciudad huyendo de una segura y próxima venganza del emperador, Juan Crisóstomo pronunció en la Cuaresma los 21 discursos •De las estatuas •,encaminados a consolar a los desesperados y curarles a la vez de su sed de placeres y de su costumbre de jurar. En su último discurso pronunciado en la festividad de la Pascua, pudo anunciar a sus oyentes que el obispo Flaviano, que había partido para Constantinopla, había conseguido el objeto de su viaje, el cual no había sido otro que el de alcanzar pleno perdón del emperador para aquella ciudad. 2. El año 397 murió el patriarca Nectario de Constanti~ no;Jla, y tanto el emperador Arcadio, como el pueblo mismo, 110 quisieron por sucesor de éste más que al orador antioque– no; caLsa por la cual y valiéndose de unan.lid, le hicieron en– trar en un carruaje, en Antioquía, y le tras adaron a la capital, siendo allí consagrado obispo, por mandato del emperador, aunque contra su voluntad, por Teófilo de Alejandría. Notar– e! nuevo obispo, por sus medidas coercitivas contra las ma– las costumbres del clero de la ciudad , y contra las simonía~
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