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-- 70 - . regresó Efrén con una gran parte de los habitantes cristianos a los dominios del imperio romano; se estableció en Edesa e hizo vida eremítica en un monte cercano, predicando también en la ciudad, aunque no era más que diácono. Por el año 370 marchó a Cesarea para saludar a San Basilio, obispo de aque– lla ciudad. Murió el 373. 2. Efrén dejó un uan n imero de obras, las cuales, en su mayor parte, son explicac 01es de la Biblia, escritas en prosa; las demás están en verso, y son en parte cartas y en parte dis– cursos. Los sirios le llaman «la lira del Espíritu Santo •, por sus cantos, algunos de los cuales han sido adoptados en la li– turgia. Efrén no escribió más que en siriaco, y no poseyó nin– guna otra lengua. La mayor parte de sus obras ha desapare– cido; las restantes han llegado a nosotros en siriaco, armenio o griego, y muchas de lé,s que se le atribuyen no son suyas. 3. San Efrén comentó casi toda la Sagrada Escritura, se– gún el texto del siriaco •Peschitó • y a la manera sobria y científica de la escuela antioquena; pero, además de los frag– mentos que se hallan principalmente en las «Cadenas •, sólo se han conservadq íntegros unos pocos comentarios, como los del Génesis y Exodo en lengua siriaca, los del «Diatessa– ron • de Taciano y los de las Epístolas de San Pablo en len– gua armenia; en estos últimos se hace referencia también a la correspondencia apócrifa de San Pablo con los corintios. Al contrario nos han quedado gran número de sermones e himnos de san Eirén; en los primeros la fornn métrica con– siste en que 103 nrsos tien en igual núm~ro de sílabas, ordi– nariam ~nte siete; los himnos están compuestos de estro fas de cuatro a doce versos. Efrén es considerado como el más gran– de de los poetas sirios, pero su lenguaje, como el de todos ellos, adolece especialmente de una prolijidad fatigosa. En cuanto al fondo, los sermones se distinguen poco de los him– nos, siendo en parte de carácter dogmático-polémico y en parte exhortaciones y panegíricos; muchos celebran las glorias de la Santísima Virgen, y en doce libro3 se canta el egip– cio José. *4. San Efrén, insiste a menudo sobre la verdadera divi– nidad y la perfecta humanidad del Salvador. De María dice: «Tú, [oh Señor] y tu Madre, sois los únicos hermosos bajo todos conceptos, porque ni en Ti, oh Señor, ni en tu Madre hay mancha alguna. • - Acerca de la autoridad sacerdotal es– ~ribe: «Con~iderad qu e sin el y~nerabl ~ sacerdocio no obt~n.,. ·

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