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- 70 - de éstos es el 22. 0 : •A los jóvenes para enseñarlos el modo de sacar provecho de los escritos paganos •,. en el cual de– muestra cómo los jóvenes, que por su poca edad no pueden comprender a fondo el sentido de las Sagradas Escrituras, han de estudiar las obras de los paganos y sacar de su doctrina eje:nplos de virtude3, pero cuidándose dchacerloquehacenlas abejas, las cuales, liban de las flores sólamente lo que las con– viene para labrar el panal. 4. Con el título de Ascética, han sido agrupados, en las ediciones de las obras de Basilio, una serie de tratados bre– ves, que se refieren especialmente al monacato; entre ellos se encuentran las dos reglas arriba (n. 0 1) mencionadas. - Las 365 cartas que se conservan de San Basilio, •llenas de exquisita urbanidad », como di ce Juan Müller, constituyen una copios:i fuente histórica, rica en datos sobre aquellos revueltos füm– pos; tres de ellas. llamadas canónicas, dan preceptos y reglas acerca de la disciplina de la penitencia, y están dedi:adas al obispo Anfiloquio de Iconio, habiendo alcanzado en su tiem– po gran autoridad en todo el Oriente. Las cartas al retórico Libanio y al emperador Juliano son apócrifas. También fué 8:1silio reformador de la liturgia; poseemos una de este Santo, escrita en las lenguas griega y copta, pero, no en su forma primitiva, sino como estaba en uso a media– dos del siglo V en varios lugares y según ella se hace hasta hoy el servicio divino en la Iglesia griega-ortodoxa, en diez díasfestivos del año. § 33. Sary. Oregorio Nacianceno. 1. Gregario eta natural de Arianzo, aldea próxlma a Na~ · cianzo de Capadocia. Su padre fu~ más tarde obispo de aque– lla ciudad, pero la educación del hijo fué obra, en su mayor parte, de su piadosa madre No11na. En la escuela superior de Cesa rea , conoció a Basilio, trabándose entre los dos una amis~ tad íntima, que no dejaron ni aún en Atenas (véase p. 141), Én el panegírico que pronut1ció Gregario a la muerte de su ámigo, recuerda con visible fruición la union y alegría que reinaba entre los estudiantes de Atenas, de lo cual bien podía hablar por experiencia propia, pUe!-to que salió de allí a los treinta años de edad, después de haber pasado en Atenas yeinte semestres académicos, o sea la tercera parte de su ju-
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