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~65- y ni en su avanzada edad cejó nunca en la defensa de la ver– dad; no se crea por eso que era de carácter batallador y pen– denciero, al .contrario, era de condición apacible y mansa; nunca solicitó el favor de los poderes civiles para defenderse a sí mismo o sus intereses, como hicieron sus adversarios. Se le ha tachado de ambicioso, pero lo que en él podía parecer ambición, no era más que firmeza de carácter y arrojo para acometer lo que creía conveniente a los intereses de la Iglesia y de la verdad. Era-gran dialéctico, y sabía de__memoria casi toda la Sagrada Escritura. Su actividad literaria corrió parejas con su agitaáa vida y con la lucha sin tregua que rnstuvo contra el arrianismo; sus ~o_s son nótables por su claridad y profundidad, aun_que en su mayor parte su estilo está poco limado, mal dispuesto y lleno de repeticiones. 3. En su- mocedad escribió una obra apologético, en la cual no se encu,ntra alusión alguna al arrianismo; son dos tratados que se citan ·comunmente como una obra sola, divi– dida en dos libros: « Contra gentes ». Estos tratados son: « Ora– tio contra gentes » y « De inarcarnatione Verbi »; el primero prueba la futilidad del paganismo, el segundo demue~tra, con– tra judíos y paganos, la necesidad de la Encarnación. L.Lmayor y más importante de las obras dogmáticas de Atanasia es la formada por las cuatro Orationes contra Aria-. nos, escritas en los años 356 al 362 en el desierto de Eg"pto. El primer libro trata del origen y de la identidad consubstan– cial del Hijo con el Padre; en el segundo y tercero se aduce;1 los textos de la Biblia referentes a esta materia; en el cuarto St:! afirma la diferencia personal entre el Hijo y el Padre (1). Cuatro cartas dirigidas al obispo Serapión de Tehmuis decla– ran y explican la divinidad del Espíritu Sa1to. La famosís;nn carta a Epicteto, e.:;crita en los últimos años de la vida de Ata– nasio, ataca de frente las fa!s1s interpretaciones del dogma de la Encarnación. Los dos libros contra Apolinar, que se hallan entre las obras de San Atanasio, son probablemente de Dídi– mo el Ciego y de un discípulo suyo (2). El Symbolam Athanasianum ( !amado también «Quicum– que », por empezar con esa pJabra) tomó tal nombre porque (1) Muchos autores creen que este cttarto libro nn es 0bra de A•;,na~fn, (2) Véase a Drdseke Oesamme te patri~•iscl e 1blutnd[,m¡;en, A rtontt 1889, p. 169 y sg,; Hofl ('-i11dien über das Schnfttum uncl die Tlieo'e>1;it des Athanasius, Frib. /889) tra;r de es'a J' o:ras obras dudosas o r p.'cri/üJ dt AtanasiO;

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