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-51- da de que HipóHto había sido su obispo era una invención del siglo VII. Los «Philosophumena» demuestran que su autor fué un rival del papa Calisto (217-,-222). bas diferencias en– tre ambos consistían en dos puntos, el uno teológico y el otro práctico. Hipólito acusaba al papa de sabelianismo en la doc– trina de la Trinidad, y de excesiva benignidad con los peca– dores, pero ambas acusaciones recaían sobre el mismo que las hacía, porque él profesaba las doctrinas subordinacianas sobre Cristo, y era además rigorista (véase infra n.º 5). El cisma se extinguió viviendo aún Hipólito; pues una inscripción, puesta en las catacumbas al «presbítero Hipólito» por el papa Dáma– so, cuenta que, durante la persecución, había aconsejado a sus partidarios que volviesen a la fe católica, y que por ello me– reció ser venerado como mártir. Sabemos, por otra parte, que fué desterrado en compañía del papa Ponciano, segundo suce– sor de San Calixto, a la isla de <:;erdeña, y que ambos murie– ron allí tí 235; parece que los dos se reconciliaron antes de su muerte, pues sus cuerpos fueron sepultados en Roma el mismo día 13 de agosto, siendo este día dedicado desde en– tonces a su conmemoración. La afirmacíón del poeta Pruden– cio de 'J.Ue Hipólito fué condenado a morir acoceado y piso– teado por caballos, apoya en el equívoco con el mitológico Hipólito, hijo de Teseo. La estatua sentada de Hipólito que se guarda en el Museo Lateranense de Roma, y es la obra más célebrede la antigua escultura cristiana,fué hallada mutilada(!) en 1551 cerca del sepulcro del Santo, donde la habían co– locado sus amigos poco después de su muerte. Las inscripcio– nes que hay a los lados de la silla dond.e está sentado Hipó– lito, llevan los títulos de muchas de sus obras y el ciclo pas– cual completo. Es muy extraño que tan rápidamente se perdiera la memo– .ria de este escritor; Eusebio y Jerónimo le llaman obispo, pero no saben cuál fué su sede episcopal; el papa Dámaso (t 384), en la inscripción ya mencionada, le pone en relación con el cisma de Novaciano (véase§ 36, n. 0 1). 2. Hipólito fué discípulo de lreneo, pero no heredó de su maestro la agudeza teológica, ni el entusiasmo religioso; era más erudito que pensador; su erudición abarcaba todo el vas– to campo de la teología. Después de Orígenes, fué el más fe- (1) Toda la parte superior de la estatua, a partir del vientre, es una res– titución moderna.

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