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-50......: cada a un tal Donato; prueba en ella, contra los epicureos, que Dios puede airarse. « De mortibus persecutorum•; trata del funesto fin que tu– vieron los varios perseguidores del cristianismo. El autor se extiende especialmente respeclo de la persecución de Di_ocle– ciano y su continuación; relata la muerte de Maximino el Da– cio (313) y Diocleciano (313 o 316), pero no habla de la per– s.ecución de Licinio, que empezó, lo más tarde, el 321; esto ha hecho creer que la obra fué escrita antes de esa fecha, pro– bablemente entre el otoño del 313 y el del 314. Este libro, a diferencia de los otros escritos de Lactando, es de tonos vio– lentos, y en su apasionada excitación el autor exagera y se en– tretiene en pintar con vivos colores los más atroces sucesos, causa por la cual se ha disputado mucho tiempo acerca de si Lactando es o no su verdadero autor, y aun hoy Brannt, el benemérito y último editor de las obras de Lactando, niega a éste la paternidad del libro. Pero la generalidad adjudica di– cho libro, con justicia, a Lactancio, porque, a juzgar por la inspiración que lleva el único manuscrito (París, siglo XI), fué comptresto por un tal Lucio Cecilio y dedicado a un tal Donato; el autor habla como testigo de vista• de los sucesos de Nicomedia; la riqueza de palabras corresponde perfecta– mente a la que poseía Lactancia, y la diversidad de tono se explica suficientemente por el asunto del libro y por las cir– cunstancias tan distintas de las que compuso sus demás obras. C. LOS ROMANOS § 27. San Hipólito de Roma. 1. Hipólito era una personalidad enigmática, acerca de la cual no hudo datos positivos hasta el año 1851, por medio del descubrimientode los •Philosophunwna »;éste fué el primer antipapa y, después de Orígenes, el escritor más fecundo de la Iglesia en los tres primeros siglos. Hasta el año 1852 se creía que Hipólito había sido obispo de Porto, cerca de Roma, y de esta opinión fué todavía Bunsen en su obra: •Hippolytus und seine Zeit •; pero se le opuso decididamente y con resul– tado Dollinger en una de sus más célebres obras: ~ Hippoly– tus und Kallistus • (Ratisbon1 1853), probando que Porto Ro– mano no fué sede episcopal hasta el año 300, y que la leyen-
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