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- 38 - eruditos (tomos). Pero de todo esto ha llegado sólo una pe– queña parte a nosotros: mucho de los escolios y homilías está conservado en las Cadenas de la Edad Media; lo demás, en su mayor parte no ha llegado a nosotros más que en la tra– ducción latina de Jerónimo o en la mala de Rufino. Vertidas por Jerónimo poseemos 14 homilías sobre Jeremías y Eze– quiel, y 49 sobre el Evangelio de San Lucas; en la traducción latina de Rufino hay una porción .de homilías sobre los libros de Moisés, de Josué y los Jueces; en el texto original griego se !}a conservado una gran parte de los comentarios sobre los Evangelios de San Mateo y San Juan. Batiffol descubrió, con el nombre de Orígenes, en dos manuscritos franceses 20 «Tractatus Origenis •, al cual los atribuyó él también en su edición de París, de 1900; todos, excepto el último, se refie– ren al texto del Antiguo Testamento; pero a juzgar por su perfeccionada cristología, no pueden ser anteriores a los si– glos IV o V (1): Weymam los atribuye a Novaciano por estar utilizados en ellos los escritos de este heresiarca. Batiffol cree ahora (2) que son de algún novaciano del siglo IV, mientras que los benedictinos Butler y Morin los colocan en los siglos V o VI. El intento de Jordan de demostrar que fué Novaciano su autor, fundándose en la teología de los •Tractatus • , fraca– só por completo. Orígenes tiende principalmente, en la exégesis, a descu– brir en la Sagrada Escritura un sentido elevado o espiritual (pneumático), abandonando casi por completo el histórico– gramatical (somático); es más, opina que la explicación literal del texto sagrado resulta indecente, imposib-le y blasfema; a su juicio los mismos evangelistas presentaron «no pocas ve– ces la verdad pneumática con ficción somática • . Considera la inspiración en su significación más estricta, no sólo verbal sino también literal. 4 6. Los ocho libros Contra Celsum son lo mejor que pro– dujo la Iglesia prenicena en el terreno de la apologética. Los escribió después de cumplidos los 60 años de edad, a ruego de su amigo Ambrosio, como refutación del (Alezés lógos) del filósofo platónico Celso (compuesto por el 178). Celso pre– sentaba a Cristo como un mentiroso, y atribuía todas las cosas extrao_rdinarias de su vida a invenciones de sus primeros se- (1) Harnacl,, Die Chronologle II, 407 y sgs. (2) •Revue Blblique. 1903, p. 81 y sgs.
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