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-15- § 9. San Ignacio de Antioquía: - 1. Ignacio, tércer obispo de Antioquía (Pedro, Evodio, Ignacio), fué llevado de Siria a Roma, en tiempo del empera– dor Trajano, y despedazado en la arena del anfiteatro por las bestias feroces (Eusebio). Según el «Martyrium S. Ignatii», que se escribió no antes del siglo IV o V, Ignacio era uno los los discípulos del apóstol San Juan, y fué juzgado por el mis– mo Trajano en Antioquía, sufriendo el martirio en Roma el <.20 de diciembre del 107, día que aun hoy dedica a este San– to la Iglesia griega, mfentras que la romana celebra su fes– tividad el 1. 0 de febrero. Durante el viaje a Roma, escribió, el Santo siete cartas, cuatro desde Esmirna y tres desde Tróade. Desde Esmirna escribió a las Iglesias de Efeso, Magnesia y Tralles, en el Asia Menor, con objeto de darles gracias por haberle enviado un legado a saludarle en el camino de su pa– sión: escribió también a los romanos, suplicándoles que no hiciesen diligencia alguna cerca del emperador para alcanzar su libertad. En Tróade recibió la noticia de que la persecu– ción había cesado en Antioquía, por lo cual escribió desde allí a los cristianos de Filadelfia y Esmirna y al obispo Poli– carpo, pidiendo que, por medio de una embajada, enviasen su felicitación a los hermanos de Antioquía por haber obteni– do la tan deseada paz. 2. Las siete cartas de Ignacio fueron refundidas y aumen– tadas con añadidurasen el sigio IV,y en este mismo siglo, se unieron a las siete cartas otras seis más. El interpolador no fué otro que el autor de las Constituciones apostólicas (según Funk, un apolinarista hacia el 400; según Harnack yz·ahn, un semiarriano hacia el 360). Esta compilación más extensa fué impresa por primera vez en latín hacia el 1500. Los católicos la tuvieron por auténtica hasta que, hacia el l650, se de..§CUQJ~– ron las siete cartas en su forma primitiva más breve, convi– niendo desde entonces en que ia redacción extensa no era au– téntíca. Mas los_ protestantes no quisieron reconoéer la-auten– ticidad de las cartas en la forma más breve, aunque Eusebio sólo habla de siete caítas de Ignacio, y aun hoy hay entre ellos ·adversarios aislados (por ej., Hilgenfeld), pero · ios críticos protestantes más célebres se han declarado en favor de la au– tenticidad (Harnack, Lightfoot y Zahn). En verdad, su. auten– ticidad está brillantemente demostrada por testimonios como el de San Policarpo, el cual, hablando de las cartas de Igna.- - f

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