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- 14 - za de que los portadores de la carta regresarán a Roma con fausta noticia del restablecimiento del orden y concordia. 3. En el hecho de que la Iglesia de Roma, sin que lo solicitssen los mismos corintios (c. 40, 6- 7), intervino como mediadora, se puede ver una manifestación de su supre– macía. Pero de la falsa interpretación de un pasaje de la carta (c. 44, 4) depende lo que se afirma con frecuencia, a saber, que Clemente se arrogó la autoridad de deponer a los supe– riores de la Iglesia de Corinto. Tales superiores son llamados generalmente en la carta episcopoi en otros lugares (por ej., c. 44, 5 y 57, I) estan comprendidos bajo el único nombre de cai diaconoi Clemente da claramente a entender que no pueden ser depuestos por la comunidad, ya que no han recibido la autoridad de ella (c. 42 y 44): « Los apóstoles pusieron en las ciudades a los primeros conversos por obi$– pos y diáconos de aquellos que recibieron posteriormente la fe, y dispusieron que a su muerte tomasen sobre sí esos car– gos otros varones probados. Por esto se nos atribuiría un gran pecado, si depusiésemos del episcopado a los que ofrecieron las ofrendas siempre santamente y sin reprensión. • De San Pablo dice la carta c. 5. 7) que había partido epi to terma tes diseos (esto es, hacia España). 4. Eusebio (Hist. eccl. lll, 38, 4) dice: , Debe existir ade– más una segunda carta de Clemente, de la cual, por lo que sa– bemos, no han hecho uso alguno los antiguos. » En los dos manuscritos citados, a la primera carta de Clemente sigue una segunda, dirigida también p--os Co·hfios. Es la homilia cristiana más antigua, y trata sólo de materias generales. En la Iglesia de Siria fueron registradas ambas epístolas entre los libros de la Sagrada Escritura, y las dos se encuentran en el •Codex Nexandrinus • bíblico, aunque al fin. La segunda no puede s~r de la pluma de Clemente, como lo prueba la diferencia de estilo que tiene con la primera. Probablemente fué compuesta hacia el 150 en Corinto (Funk, o quizás en Roma (Harnack). 5. Con el nombre de Clemente de Roma, hállase además una serie de escritos, especialmente los ConstitucirJnes apos, tólicas, las llamadas Clementinas y dos cartas Ad virgines– estos es, a los célibes de los dos sexos. Estas dos cartas de– bieron ser escritas en el siglo III, como lo demuestra el hecho de impugnar la cohabitación de los hombres con las mujeres fuera del ·matrimonio. J 7
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