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- 160 - «Comm. in IV Evangelia• y fué el primero que trató de for.. mular un nuevo sistema teológico, titulado «Summa Theolo– gice » la cual sin embargo es todavía imperfecta. Alberto Mag– no era superior a todos los escolásticos por la extensión de sus conocimientos, pero es inferior eñ ingenio y fecundidad a Anselmo, Tomás y Escoto. Alejandro de Halés, franciscano, es llamado •Doctor irre– fragabilis » y también •Doctor Doctorum ;. por haber sido maestro de Tomás y Buenaventura. Escribió varias obras, entre las cuales descuellan •Quces– tiones in IV libr. Sentent. summce Theologice » y • Postilla in tota Biblia» así como también •Summa virtutum ». § 69 San Buenaventura. Nació en 1221 en Bagnorea, llamado Juan Fidaenza, a los cuatro años sufrió una enfermedad, en la que su madre le recomendó a la intercesión de San Francisco de Asís, hacién– dole voto de consagrarle a su orden si conseguía la salud de su hijo; el niño sanó, y a los 22 años entró en la orden fran– ciscana tomando el nombre de Buenaventura. Estudió durante siete años la filosofía y teología bajo la dirección de Alejandro de Halés, y después de Juan de la Rochelle, profesor en París, Cuando la Universidad de París se levantó contra las órdenes franciscana y dominicana, negándose a conferir grados a nin– gún fraile mendicante, el papa Alejandro IV protegió a estos, y la Universidad tuvo que ceder, y entonces Tomás y Buena– ventura recibieron juntos el grado y la borla de doctor. Fué elegido general de la orden a los 34 años. Influyó grandemen– te en la elección de Gregario X, apesar de las divisiones de los Cardenales; y este mismo Papa le nombró Cardenal de la Santa Romana Iglesia y obispo de Albano; asistió al concilio ecuménico XIV de Lyon; allí consiguió que los griegos cismá– ticos reconociesen sólamente la fe católica, y ayudó al Papa en la redacción de muchos decretos. Al empezar la quinta se– sión murió 15 de Julio 1274. Sixto IV le colocó en el número de los Santos, y Sixto V le dió el título de Doctor Seráfico. Su cuerpo fué depositado en la igle;;ia de su orden en Lyon; los calvinistas en 1562 quemaron sus restos arrojando al agua sus cenizas, pero no pudieron apagar la luz misteriosa de su doc– trina y santidad.

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