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- 157 - fué llamado al concilio de Troyes, y puso mano en la redac– ción en la regla de los Templarios. Asistió al concilio de Sens, y allí respondió al he-reje Abelardo, que se atrevió a retarle públicamente confundiéndolo y condenándolo como· hereje. El papa Eugenio III, monje de su orden, le mandó predicar la segunda cruzada a tierra santa, entusiasmando y seduciendo al emperador Conrado y a una inmensidad de pueblo a levan– tarse en masa contra el poderío sarraceno. Murió en Claraval en 1153 a la edad de sesenta y dos años. Sus obras se pueden dividir en dogmáticas, morales, his– tóricas, sermones y cartas. Las dogmáticas son: «De la gracia y del libre albedrío ». Consta de 14 capítulos, y en él prueba que para merecer se necesita, a la par que de la gracia de Dios, de la cooperación de cada uno. «Sobre el bautismo y otras cuestiones » dirigido a Hugo de San Victor. «Contra los errores de Abelardo , . Tiene nueve capítulos, y en ellos se ocupa de refutar a Abelardo. Las morales son: «Cinco libros de consideratione » los es– cribió Bernardo para edificación y consuelo del papa Euge– nio III, su discípulo y hermano en religión. «De las costumbres y obligaciones de los obispos » dirigi– do al arzobispo de Sens, quien, después de su nombramiento, se entregó a las delicias de la corte, abandonando su diócesis; pero arrepentido, suplicó a Bernardo le enviase una obra suya, que pudiese confirmarle.en su vida nueva. Bernardo escribió y le mandó ésta. «De los grados de la humildad y soberbia ». La humildad, dice, es el conocimiento de la verdad, y señala tres grados en este conocimiento; en esto se ocupa en los nueve capítulos primeros; en los siguientes trata de la sober– bia y de sus doce grados, que según él tiene este vicio. · «El tratado del amor de Dios» expresa la obligación que tenemos de amar a Dios y lo~ títulos o razones que hay para ello. Entre las obras históricas, tenemos « De la vida y costum– bres de los monjes »; escribió este libro para restablecer la unión entre los monjes del Císter y los de Cluny, quienes en– tre sí se censuraban por su mayor e menor austeridad. «Elo– gio de los caballeros Templarios» fué dirigida a su gran Maes– tro, Hugo; «La vida y hechos de San Mala,quías » narra toda la vida de este santo arzobispo, y refiere hasta sus hechos más insignificantes; no dice, sin embargo, nada sobre las profecías de los Papas a él atribuidas.
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