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- 133- ron al clero para el sostenimiento de la civilización, debierori su impulso y fomento a Casiodoro. Murió por el 570, cuando tenía más de 93 años de edad. Casiodoro fué de naturaleza completamente contraria a la de Boecio; era práctico, y sobre todo hombre de Estado; Boe– cio, por el contrario, era un sabio y un idealista. Todas las obras de Casiodoro debieron su origen a circunstancias exte– riores, y se encaminaron a llenar vacíos y remediar males pro– pios de la época y del ambiente qué respiraba. Puede decirse que Casiodoro fué el último hombre de Estado entre los ro– manos, como Boecio fué el último de lo.s filósofos romanos. Sin embargo, ni uno, ni otro fueron pensadores originales: Casiodoro es más bien un enciclopedista, quien, de una ma– nera laudable y en la medida de sus fuerzas, procura facilitar el uso práctico de su compilación. La más antigua de todas sus obras es una Crónica univer– sal, que abarca hasta el año 519; viene a ser casi exclusiva– mente una lista de los cónsules del imperio romano, siendo de notar que el autor só!o puso en ella, de su cosecha, lo que había sucedido en los últimos veinte años. Más importante debió ser su Historia de los godos, en doce libros, qlle abar– caba hasta la muerte de Teodorico, pero por desgracia no se ha conservado sino en un extracto del godo Jordán. Tienen gran interés histórico sus doce libros «Van~»(scil. «epistol~»), que son una colección de documentos que publicó Casiodoro en nombre de los reyes a quienes servía; dos de estos libros (el VI y VII), no contienen más que meros formularios para las provisiones de los empleos públicos. El autor supo ame-– nizar una materia tan árida de suyo, como los edictos oficiales, haciendo eruditas digresiones entremezcladas con verdades generales, si bien parece probable que no se hizo esta inter– calación sino al arregla rtoda la colección. A la época de su retiro claustral pertenecen -dos obras, que fueron en la Edad Media textos muy apreciados en las escuelas. La primera consta de dos libros de «Institutiones di– vinarum et humanarum lectionum (o litterarum) »; el intento del autor en esta obra fué que supliese la falta de una acade– mia teológica en Occidente para los monjes de Vivarium, y que fuese como una especie de maestro o lector que les iniciase en la teología; por eso el primer libro es una introducción al estudio de la teología, especialmente de la Sagrada Escritura; el segundo procura instruir a los clérigos, aunque con cierta
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